Basado en Mateo 16:1-12 (Versión Reina Valera 1960)
Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue. Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Lo más difícil de aceptar para cualquier persona es la verdad. Puede que suene extraño, pero es la tendencia general. Hay algunos que puede que digan: A mí me gusta la verdad. Ahondemos más en el asunto. Cuando cierta verdad tiene que ver con otra persona o grupo de personas, muchas veces, nos agrada cierta verdad, cuando es la verdad que confronta a otros. Pero, a la hora que la verdad se dirige a nosotros, y especialmente de una manera más personal y directa, ahí es cuando ya no nos agrada tanto. Ahí es cuando se siente desagradable, y especialmente cuando nos sentimos confrontados con ciertas verdades que denuncian nuestros males, cosas que sabemos que no están bien, pero aún peor, que no hemos comprendido todavía que debemos dejarlas ir, o dejar de hacerlas. Este era el problema que el Señor siempre tuvo, especialmente con aquellos que todavía no habían entendido, o que sencillamente no querían abandonar tal mal, como los religiosos. Ahora, es muy fácil juzgar a los religiosos en la Biblia porque francamente son un blanco muy fácil. Pero, no seamos tan prontos de hacerlo porque todos tenemos males similares, nada más que varía un poco, pero, no obstante, todos tenemos cierto nivel de hipocresía, y todos mentimos. Así que, sé que esto será difícil para todos, si en realidad dejamos que esto penetre, como lo necesitamos, pero es necesario ser transformados para hacer la voluntad de Dios, tanto como por hecho como por intención.
Lo primero que debemos entender es que la verdad es totalmente necesaria. Nada sacamos si no nos exponemos a la verdad, ni dejamos que la verdad obre en nuestras vidas. Entiendo que muchos tratan de decir la verdad de una manera placentera, tratando de evitar la confrontación, pero si el mensaje no se lleva con la claridad y el tono necesario, también se hace un mal. No debe ser dado el mensaje con hostilidad y con buscar ofender, porque esto también es malo, sino que hablar las cosas con transparencia, y de tal modo que una persona se dé cuenta y que la verdad haga lo necesario. Sin verdad no hay libertad, especialmente la libertad eterna de la cual Dios nos habla. Y la verdad no es relativa como muchos creen. La verdad es Dios, y lo que El dice. Esa es la única verdad que realmente importa. Otras aparentes verdades o perspectivas no producen libertad, ni aún menos, vida. Esto dijo el Señor: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:32. La verdad de Dios es suprema, universal, y trae tanto libertad espiritual como también físicamente. La verdad de que todos somos pecadores, duele, pero es necesario saberlo. La verdad de que no nacimos naturalmente siendo hijos de Dios, sino todo lo contrario, hijos del diablo, también es muy desagradable, pero es necesario saberlo. La verdad de que Cristo fue torturado y muerto sobre una cruz por nuestros pecados, y que todos somos responsables por lo que sucedió, también es duro de escuchar, pero necesitamos entenderlo. Y la verdad de que todos seguimos siendo mentirosos e hipócritas, aún después de venir a Cristo, también es muy duro de aceptar, pero es necesario, para saber de donde es que comenzamos. Esto dice la Palabra: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17:9. Pero, lo bueno de la verdad de Dios es que no solo nos confronta con nuestras realidades, sino también, nos da la manera de cómo resolverlas. Pero, tenemos que obedecer la verdad para que haga lo que necesitamos, porque si no obedecemos de una manera practica y genuina, no ganamos nada tampoco con saber la verdad. Esto dice también la Palabra: Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:10.
Ahora bien, ¿Qué podemos hacer para remediar nuestra hipocresía y deshonestidad? Lo primero: exponernos a la verdad, aunque duela, y aceptarla. Finalmente, las cosas son lo que son, y si deseamos lo eterno de Dios, es necesario aceptar la verdad. Segundo, arrepentirnos y convertirnos, o darle la espalda completamente a nuestros pecados y cambiar de dirección, y esto aplica para la conversión a Cristo como también para lo que sigue haciendo Dios en nuestras vidas, después de venir a El. Tercero, aceptar de que somos incapaces por nosotros mismos remediar nuestros males. Necesitamos no solamente creer en el Señor, sino hacerlo nuestro Dios y Señor literalmente, que El sea nuestro dueño y que El sea el que mande nuestras vidas completa y literalmente. ¿Por qué? Por qué necesitamos al Dios del universo a que cambie nuestra condición y no solo a un maestro, o a un hombre bueno, o a un profeta, o hasta a un salvador, sino que es Dios quien debe mandar. Ya vimos lo que conseguimos al nosotros estar al mando; solo vacío, corrupción, y como producto final, la muerte eterna. Y si no vez esto, todavía estas muy lejos de la verdad. Y lo último, y posiblemente lo más difícil, disponerte para hacer lo que Dios manda, porque Dios no va a forzar a nadie. Todo lo podemos hacer a través de Cristo, pero solo si alineamos totalmente nuestras vidas con El, si nos enyugamos con El. Esto dice la Palabra: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:1-2. Todo esto es voluntario, pero absolutamente necesario hacerlo. La fe se vive, y se debe vivir por dentro y por fuera, dejando nuestras hipocresías y mentiras, buscando del Señor no solo para resolver nuestros problemas cotidianos, sino lo que más importa, para hacer Su voluntad, porque los únicos que obtendrán entrada libre en Su reino son aquellos que fielmente hacen Su voluntad. Esto finalmente nos dice Su Verdad: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Hebreos 4:12-13. Así que, ¿Vives una vida de hipocresía y mentira, o vives la Verdad de Dios para estar listo para el juicio venidero? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!