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Nuestra esperanza eterna - 2 Tesalonicenses 1

Basado en 2 Tesalonicenses 1 (Versión Reina Valera 1960)  

Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

¿Por qué es que se menciona aquí que estos tenían persecuciones y tribulaciones? ¿Por qué tenían sufrimientos? ¿Tenían ellos menos fe que los demás y por eso que les iba mal, por decir? ¿Dios los quería menos? ¿No esta supuesto a arreglarse todo cuando venimos a Cristo, que todo nos debe ir bien como bendición de Dios, y que debemos tener cierta prosperidad, y ciertos triunfos, y por qué no, hasta buena salud? Este tipo de evangelio se cree y se predica mucho, y de distintas maneras. Pero, tengo que decir “este tipo de evangelio o doctrina” porque no es algo que está a fines con la Palabra de Dios. En realidad, este modo de creer está en contra de la verdadera y sana doctrina de Dios, por lo tanto, es apostasía, es parte de las doctrinas de demonios que existen hoy en día, para llevar a la perdición a los que desean complacer su carne y hacer su voluntad.

Hay tres cosas irrefutables dentro de las Escrituras que son la sana doctrina para alcanzar la salvación, y estas son: el arrepentimiento y conversión de todos los pecados (no de algunos pecados nada más); el reconocer y hacer a Jesucristo nuestro Señor (que va más allá de reconocerlo como Salvador); y finalmente, el vivir para hacer la voluntad de Dios Padre, y no buscar cumplir nuestros deseos y servir nuestros apetitos. Estas son las tres cosas que forman la sana doctrina. Y esto es lo que se debe usar para filtrar, por decir, toda mala doctrina. Por ejemplo, hay muchos que enseñan que para ser salvo, solo se debe creer en Cristo y nada más, que no hace falta el arrepentimiento y conversión. Hay muchos otros que enseñan que vengas a Cristo para arreglar todos tus problemas, o que el seguir a Cristo consta de que todo te saldrá bien (humanamente hablando por supuesto), y esto atrae una grande audiencia, pero también, hay mucho error en esto. Y hay otros que no ponen limites donde debieran, usando como escudo un supuesto amor (no el amor que Dios enseña), y no viven la realidad que debe haber en un creyente que le obedece a Dios, sino que, justifican muchas cosas con tal de llevarse bien con los demás y también, para justificar sus propios intereses y deseos. Se pueden mencionar muchas otras cosas, pero finalmente, todo error se comprueba cuando se compara objetivamente a la sana doctrina, y especialmente considerando lo que Dios tiene para nosotros, lo cual nos lleva al siguiente punto.

La salvación es un regalo de Dios, es por gracia, pero, para comenzar, tiene un gran propósito, y es de cambiar nuestro curso de perdición, devolviéndonos al propósito de Dios, para volver a la razón por lo cual Dios creo al hombre. Porque, Dios no hizo al hombre para que pecara, sino para que le sirviere, y a eso vino Cristo, a cambiar nuestro curso. Por lo tanto, ¿somos salvos por obras? No. Pero, sí somos salvos para buenas obras, o sea, para hacer la voluntad del Padre, así que, nuestra salvación depende de nuestro servicio a Dios, debe haber un producto. Porque si no cumplimos la voluntad del Padre en nuestras vidas, entonces, no estamos cumpliendo el propósito de la salvación. Y lo que no sirve, sencillamente Dios lo desechará en Su gran juicio. Esto dice la Palabra: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:8-10. No somos predestinados, pero si fuimos hechos para buenas obras, y ese propósito tiene que cumplirse en nuestras vidas. Tenemos que vivir para Cristo. Para esto fue que Cristo vino, para esto murió en la cruz, para darnos la oportunidad de reestablecer la razón de nuestro existir. Por lo tanto, este concepto que existe de que Dios esta para servirte, y para cumplir tus deseos, finalmente para hacer tu voluntad está totalmente en contra de Dios, y, por lo tanto, es algo que está totalmente sujeto a Satanás. Se ve feo, pero esa es la realidad. Satanás es el que quiere que su voluntad sea hecha y no la Dios. Por lo tanto, si una persona solo busca hacer su voluntad, y aún peor, busca de Dios para cumplir sus propios deseos, está siguiendo lo más perverso que existe. E igual de malo, es el que cree y enseña que uno no necesita obras para ser salvo. Entonces, sí se necesitan las obras para ser salvo, porque escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Por lo tanto, temo decir que, que si uno compara esto a lo que se enseña en la gran mayoría de nuestras iglesias, verán que ya no hay sana doctrina, sino solo un servirse a sí mismo, complaciendo a la carne, y esto no es de Dios.

Debemos considerar un detalle muy importante que se ve en este pasaje, y es este: …para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. ¿Cómo es esto de que seamos tenidos por dignos? ¿No se enseña que ya no se necesita nada más, sino solo fe? Hay algunos que piensan que somos hechos dignos, porque el Digno (el Señor) está en nosotros, y sí, es verdad, pero también, somos tenidos por dignos cuando hacemos la voluntad del Padre, y no nuestra voluntad, y aquí es donde entra tanto la fe como la obra, como está escrito: Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:17-20. Así que, al encontrarnos con la persecución o la tribulación (que no sea por nuestros pecados porque nuestros males a veces son consecuencia de nuestro pecado), sino por serle fiel a Cristo, tenemos grandes y eternas esperanzas. Nuestra esperanza no está en esta tierra (aunque es posible que Dios sí pueda interceder milagrosamente, si está en Su voluntad), sino que está en Su reino, en lo eterno, delante de Su maravillosa y grandiosa presencia. ¡Que Dios diga de nosotros de tal manera algún día!: …Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21b. Así que, ¿Le obedeces al Señor, buscando hacer Su voluntad, para lograr tener la esperanza eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Dios nos prueba - 1 Samuel 30:1-25

Basado en 1 Samuel 30:1-25 (Versión Reina Valera 1960)  

Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas. Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios. Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos. Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor. Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua. Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo; pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag. Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente. Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá. Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron. Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres. Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David. Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David. Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. Entonces todos los malos y perversos de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan. Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra nosotros. ¿Y quién os escuchará en este caso? Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual. Desde aquel día en adelante fue esto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.

¿Por qué pasan cosas desagradables en esta vida? La respuesta que Dios nos dá a través de la Palabra es: por el pecado, y por eso es que El aborrece el pecado. Dios hizo todas las cosas muy buenas al comienzo, cuando lo creo todo. Pero, cuando entró el pecado, entró el desorden, la maldad, la destrucción, y finalmente, la muerte. El pecado infectó todo lo creado, y por eso que tenemos lo que tenemos hoy. Pero dentro de todo eso, y la razón por lo cual Dios admitió que existiera el pecado, es para que todo ser viviente tuviera libre albedrio, porque el poder tener opciones es lo que hace que el libre albedrio tenga entonces su real valor y su función.

Ahora bien, ¿la razón por lo cual nos pasan cosas desagradables individualmente es por nuestro pecado? La gran mayoría de las veces, temo decir que nos pasan cosas difíciles, como consecuencia de nuestros propios hechos, y si somos sinceros, nos debiéramos dar cuenta de ese hecho. Pero, debes en cuando, Dios también permite que seamos probados, y la prueba es algo que sucede cuando alguien más peca (porque siempre estará envuelto el pecado en este mundo pecaminoso). En el caso que leímos hoy, no podemos ver que David haya pecado, o que los amalecitas invadieron los lugares donde estaba David porque Dios tenía un problema con David (aunque leemos que sí había hombres malos y perversos con David). No obstante, este problema no surgió por culpa de David, sino porque Dios quería probar a David y llevar a cabo algo más en su vida.

Podemos ver varias cosas aquí, y entre ellas es el dolor y la angustia que produjeron los amalecitas, y vemos que lo hicieron solo por maldad (este asunto de invadir a un pueblo sorpresiva y cobardemente, tomando prisionero a personas indefensas, no es nada nuevo). Pero vemos las sabias y fieles acciones de este David quien amaba a Dios, a pesar de sus imperfecciones. ¿David entro en pánico? ¿Se acobardo? ¿Se dejo llevar por el miedo (porque el pueblo le quería apedrear por algo que él no había hecho mal)? No. Sí, se angustio, como es muy entendible, pero no dejó que fuere más allá. ¿Qué hizo? …más David se fortaleció en Jehová su Dios, y también nos dice la Palabra: Y David consultó a Jehová… ¿Y qué fue lo que paso? Dios le respondió y le dijo lo que había de hacer. ¿Por qué? Porque Dios vió su fidelidad, su fe, y sobre todo, su amor por El. Pudo más en David su amor por Dios que su propia angustia, su dolor, y sus preocupaciones. ¿Por qué Dios permitió tales cosas? Porque Dios quería probar a David, para ver que hacía, y si su amor por El era real (porque es muy distinto saber algo que verlo realizado), y para ver si estaría listo para cosas más grandes, especialmente para la eternidad y todo lo que viene con eso. El Señor hace lo mismo con los que hemos decidido seguirle (porque Dios no prueba ni al mundo, ni al incrédulo). La Palabra nos dice esto: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. Somos probados para ver si somos dignos de entrar en Su reino a través del Señor Jesucristo (porque la verdadera fe siempre debe tener su producto: su obra). Y la única manera que estaremos listos para actuar como debemos, especialmente en momentos de prueba, es a través de la Palabra, como está escrito: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17. Así que, ¿Te estás preparando para cualquier prueba que Dios pueda permitir? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Rehusando creer - Lucas 11:29-30, 32

Basado en Lucas 11:29-30, 32 (Versión Reina Valera 1960)  

Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir: Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación… …Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar.

La gran mayoría de las personas inventan muchas cosas para poder justificar su incredulidad, al decir que no pueden llegar a creer en Dios, y que tienen razón en esto. Algunos, por ejemplo, se excusan en que Dios tiene que hacer algo sobrenatural para que ellos puedan creer efectivamente. Esta es de la señal de la cual habló el Señor en este pasaje. Otros piensan que, si no pueden ver a Dios, entonces no pueden creer en El. Otros dudan en Su Palabra, y piensan que es solo un libro escrito por distintas personas con mucha creatividad, y por eso que no pueden llegar a creer. En fin, la gran mayoría de las personas inventan muchas cosas para poder justificar su incredulidad.

Puedo decir muy confiadamente que son meras excusas nada más porque todos tenemos la habilidad de poder tener fe, de poder creer en cosas que no vemos, y a cada instante ejércitamos esa fe, hasta las personas mas pequeñas y las mas supuestamente incrédulas. Hay muchos que arriesgan hasta sus vidas diariamente al tener fe en cosas que ni siquiera comprenden como trabajan. Podemos ver ejemplos muy claros diariamente de como ejercitan esta habilidad de la fe. Por ejemplo, ¿duda un niño cuando da sus primeros pasos, cuando trata de hacer algo que ni siquiera intelectualmente entiende? Otro ejemplo es para aquellos de nosotros que trabajamos para nuestro sostén. Nos levantamos los días que nos toca trabajar con la idea que recibiremos un pago por nuestra labor, ¿verdad? Pero, mientras trabajamos, ¿estamos viendo a nuestro jefe o supervisor con nuestro dinero en sus manos mientras trabajamos? Lo dudo mucho. Pero todos los que trabajamos lo hacemos arduamente porque tenemos la fe de que cuando llegue el momento de pagarnos, veremos un cheque, o se nos dará algún dinero en efectivo, o como muy comúnmente pasa hoy en día, recibimos un deposito directo a nuestra cuenta bancaria. ¿Trabajaríamos si perdiéramos la confianza o la fe de que nos van a pagar por nuestros esfuerzos? Lo dudo mucho. Y ¿de qué podemos más hablar ya que todo requiere tener algún tipo de fe? ¿Saben qué han hecho con su comida antes de comérselas? No, pero se la comen hasta sin preguntar nada. ¿Estuvistes en el laboratorio farmacéutico cuando produjeron las pastillas que tomas para el dolor de cabeza? No, pero cuando tienes un dolor de cabeza, las compras y las tomas nada más, ¿verdad? Cuando viajan las personas en avión, ¿toman primero clases de aviación o van a la universidad por varios años para poder entender la ingeniería que hace posible volar a un jet de un lado para otro con cientos de personas a bordo, y muchas maletas? No, ¿verdad? Pero, no obstante, viajan grandes distancias, sobre tierra, mares, y hasta montañas sin tener ni idea como trabajan las cosas, y con la certeza que van a llegar a su destinación. Eso es fe.

Veamos el ejemplo que dio el propio Señor en el pasaje que leímos. El Señor hablo del profeta Jonás y de los ninivitas. Y si recuerdan la historia, el profeta Jonás fue aquel que estuvo dentro de un gran pez por tres días porque no quiso obedecerle a Dios, e ir a predicarle a los ninivitas que iban a ser destruidos. Veamos esto en mas detalle. ¿Cuál fue el mensaje que predico Jonás en Nínive? Esto dice la Palabra: Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Jonás 3:4. Este fue todo el mensaje de Dios para Nínive a través de Jonás. No hubo una disertación de como fue la creación, ni mención de la ley de Moisés, ni una explicación de moralidad, ni siquiera mencionó que estuvo dentro de un gran pez. El no les mostro un título del gran seminario de Jerusalén donde los profetas más ilustres se entrenaban (no existía tal cosa, por si acaso). Ni siquiera mencionó a Dios en estas sencillas y pocas palabras. Este fue todo el mensaje: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y tomen en cuenta que Nínive era el centro del imperio Asirio, el reino enemigo de Israel. Entonces, ¿Qué tenían que ver con este profeta de Israel? Pero, no obstante, todo Nínive, el centro del imperio Asirio no solo escucho, pero creyó el mensaje, y el rey mando a todos a que se arrepintieran para ver si Dios se volvía de su ira. Esto dice la Palabra: Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Jonás 3:6-9. Los de Nínive tuvieron fe, y tal fe, a pesar de sus malos caminos y grandes pecados, que sí existía Dios, como dice: Y los hombres de Nínive creyeron a Dios…, y que era soberano y poderoso para traer juicio sobre ellos, y se extendió de tal modo su fe que creyeron que tocarían el corazón de Dios con su arrepentimiento. Y así fue, como esta escrito: Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Jonás 3:10.    

Ahora bien, y habiendo visto el gran ejemplo de Nínive, ¿Entienden porqué seria aún más grande juicio sobre a los que el Señor les hablo, y sobre nosotros? El Señor hizo grandes e increíbles obras, y no tenía necesidad de demostrarle nada más a nadie, no había necesidad de hacer señales, igual que ahora. Dios no tiene que hacer absolutamente nada más porque nos ha dado mucho más de lo que necesitamos para poder creer y seguirle como tal. El problema no es la falta de fe como ya lo hemos demostrado, porque cada persona tiene la capacidad de fe, sino el sencillo y gran problema es que las personas rehúsan creer, lo cual es algo muy diferente, y totalmente castigable delante de Dios. Inventen la excusa que quieran para no querer creer, no vale de nada. Esto mismo dice la Palabra lo cual ayudo a Nínive a creer y también es más que suficiente para que el hombre crea hoy: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Romanos 1:18-20. Y esto también dice la Palabra: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36. Si una persona cree realmente en el Señor, hará lo que El dice, porque muchos dicen creer, pero no hacen lo que el Señor manda, comenzando con un completo arrepentimiento, como lo hicieron los de Nínive. Y no solo ahora tenemos la creación como muestra de que Dios es Dios, sino la muerte y la resurrección del Señor como la señal más grande no solo de Su poder, sino también, de Su amor. Sencillamente no hay ninguna excusa para no poder creer y obedecer. Así que, ¿realmente crees y le obedeces al Señor para salvación, o todavía rehúsas creer como es debido? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La lógica detrás de ser limpio - Números 19

Basado en Números 19 (Versión Reina Valera 1960)  

Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito, diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo; y la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la hará degollar en su presencia. Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces; y hará quemar la vaca ante sus ojos; su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar. Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca. El sacerdote lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después entrará en el campamento; y será inmundo el sacerdote hasta la noche. Asimismo el que la quemó lavará sus vestidos en agua, también lavará en agua su cuerpo, y será inmundo hasta la noche. Y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio, y las guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación; es una expiación. Y el que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche; y será estatuto perpetuo para los hijos de Israel, y para el extranjero que mora entre ellos. El que tocare cadáver de cualquier persona será inmundo siete días. Al tercer día se purificará con aquella agua, y al séptimo día será limpio; y si al tercer día no se purificare, no será limpio al séptimo día. Todo aquel que tocare cadáver de cualquier persona, y no se purificare, el tabernáculo de Jehová contaminó, y aquella persona será cortada de Israel; por cuanto el agua de la purificación no fue rociada sobre él, inmundo será, y su inmundicia será sobre él. Esta es la ley para cuando alguno muera en la tienda: cualquiera que entre en la tienda, y todo el que esté en ella, será inmundo siete días. Y toda vasija abierta, cuya tapa no esté bien ajustada, será inmunda; y cualquiera que tocare algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano, o sepulcro, siete días será inmundo. Y para el inmundo tomarán de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua corriente en un recipiente; y un hombre limpio tomará hisopo, y lo mojará en el agua, y rociará sobre la tienda, sobre todos los muebles, sobre las personas que allí estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, o el asesinado, o el muerto, o el sepulcro. Y el limpio rociará sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será limpio a la noche. Y el que fuere inmundo, y no se purificare, la tal persona será cortada de entre la congregación, por cuanto contaminó el tabernáculo de Jehová; no fue rociada sobre él el agua de la purificación; es inmundo. Les será estatuto perpetuo; también el que rociare el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que tocare el agua de la purificación será inmundo hasta la noche. Y todo lo que el inmundo tocare, será inmundo; y la persona que lo tocare será inmunda hasta la noche.

La limpieza era (y es) algo muy importante para Dios, y por razones que debieran ser obvias para nosotros. Pero, como dice el dicho: El sentido común no es tan común. Lo que leímos hoy nos explica sobre los distintos cuidados que tenía que tomar el pueblo de Dios dentro de ciertas circunstancias, y las distintas medidas que eran necesarias tomar, no solo en obediencia a Dios, sino también, para el bienestar personal y publico del pueblo. Todo finalmente lo que Dios enseña es para el bien del hombre, y por desgracia, la gran mayoría de las personas no lo ven así. Ven lo que enseña Dios, como un impedimento, un obstáculo, o como exageraciones en muchos casos, como cosas que ya no tienen ningún sentido porque el ser humano a “evolucionado” de alguna manera. Claro debiera ser que mientras más cree el ser humano que evoluciona, más primitivo e incivilizado se vuelve, y en los aspectos más importantes. La limpieza en todo aspecto es crucial, tanto físicamente como espiritualmente, tanto como para vivir mejor en el mundo temporal, como para estar listos para el juicio que viene donde todos daremos cuenta.

Pensemos por un momento, ¿Hay que seguir matando vacas perfectas para lidiar con la purificación de nuestros cuerpos y nuestras casas? No necesariamente. Pero, si hay cosas que deben suceder o debieran adoptarse que son parte de la pureza para evitar hasta complicaciones físicas. Por ejemplo, el comer comidas limpias, tanto crecidas limpiamente, o criadas limpiamente, o hasta mantenidas limpiamente, son buenas prácticas, para evitar la contaminación, o la enfermedad. Hay muchas cosas que se le hace a la comida hoy en día que son suciedad, o se contaminan con cosas que no son saludables. Cuando uno cree que se está comiendo algo sano, puede que sea todo lo contrario, porque es posible que le hayan hecho cosas impensables e increíbles. Hay que tener cuidado, por lo menos con lo que este dentro de nuestro control.  

Pero yendo más allá. Hay cosas que siguen muy vigentes delante de Dios, y para nuestro bien. Por ejemplo, esto dice la Palabra. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. Hechos 15:28-29. Podríamos hablar mucho sobre lo sacrificado a los ídolos, y de la sangre y lo ahogado, pero enfoquémonos en algo que hasta al propio mundo le preocupa mucho, algo que es muy común hoy: la fornicación o la inmoralidad sexual. La revista Forbes publico este artículo en el 25 enero de 2024, don dijeron lo siguiente que: Las infecciones de transmisión sexual (ETS) son un importante problema de salud pública, y la complacencia en torno a su prevalencia e impacto es tan contagiosa como las enfermedades mismas… La prevalencia de ETS ha aumentado significativamente en los últimos años… Actualmente, uno de cada cinco adultos en EE. UU. tiene una ETS. Esto equivale a casi 68 millones de personas, y las nuevas infecciones suman alrededor de 16 mil millones de dólares en costos médicos directos. Desde la propagación desenfrenada de la clamidia hasta la naturaleza peligrosa del VIH, estas infecciones no conocen límites cuando se trata de causar estragos en nuestros cuerpos, lo que a veces conduce a costosos problemas de salud a largo plazo. Con el aumento de las tasas de ETS a nivel mundial, comprender las razones detrás del aumento, la importancia de la prevención y el costo (tanto monetario como personal) asociado con estas infecciones es más crucial que nunca. Forbes no es una publicación cristiana, sino algo muy secular. Entonces, ¿Dios se equivoca al enseñar que la fornicación y el adulterio no se debiera practicar? Y viéndolo del lado espiritual, del más importante, la práctica de inmoralidad sexual afecta la eternidad. Cada persona, e inclusive, los cristianos darán cuentas por sus hechos en el gran juicio de Dios, y Dios castigará eternamente todo aquel que practica tales cosas. El pecado no quedará impune ni en la tierra, ni aún menos, en el cielo. Así que, la pureza vale de mucho, especialmente la espiritual. El Señor murió en la cruz para limpiarnos de todos nuestros pecados. Entonces, ¿Cómo seguiremos haciendo las mismas cosas de las cuales nos limpió el Señor, si somos cristianos? Así que, piensa muy bien, ¿Estoy viviendo una vida limpia delante de Dios, para mi propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El propósito de la oración - Lucas 22:39-44

Basado en Lucas 22:39-44 (Versión Reina Valera 1960)  

Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

La razón para orar o el propósito de la oración es algo que la gran mayoría malentienden. Y no puedo culparlos mucho porque es algo que no es tan claro, no porque Dios lo quiera hacer un misterio, sino por nuestra capacidad limitada, por nuestro pecado. El pecado corrompe todo, especialmente nuestra manera de pensar. Una de las cosas principales que Dios desea llevar a cabo en nuestra vida es traer orden en todo aspecto. El pecado es desorden. Dios es orden y estructura. ¿Cómo debiéramos poder entender esto? Por la creación. A pesar de que todas las cosas han sido afectadas por el pecado, todavía hay un orden, existe la estructura que Dios creo. Dentro de todo el desorden, existe todavía un orden mas grande, una estructura suprema en el gran esquema de las cosas.

Por ejemplo, muchas personas alegan hoy que el universo es producto de una supuesta gran explosión, y que todo evolucionó de esa gran explosión después de millones de millones de años. Pero eso es imposible. Las cosas por si solas no pueden coger orden o forma. Si dejas un niño recién nacido en el medio del desierto sin atención, sin nada de comer o beber, ciertamente morirá, y morirá horriblemente. El no va a tener ni la habilidad, ni el conocimiento, ni la capacidad para poder aprender solo a sobrevivir. Y eso que es un ser que tiene todas las facultades necesarias, pero aún no desarrolladas todavía, porque necesita el cuidado de una madre, o en lo más mínimo, de una persona que ya se ha desarrollado y que si tiene las facultades para poder ayudarlo a sobrevivir. Puede que digan: Ese ejemplo es algo extremo. ¿Es exagerado? Piensen en lo que es el espacio donde no hay oxígeno, algo vital para que nosotros como seres humanos podamos vivir. ¿Cómo puede de un supuesto gran desorden evolucionar seres que ni siquiera pueden subsistir en el gran vacío? Si la evolución tuviera algún sentido, tendría mejores probabilidades un niño recién nacido que sobreviva en el medio de un desierto totalmente solo, a que un primate evolucione del vacío del espacio sin nada de oxígeno.

Así que, volviendo al asunto de la oración (y que tiene todo que ver con orden, como lo veremos después), muchas personas malentienden el propósito de la oración (como se había dicho, por el pecado que existe dentro de nuestro ser, en nuestra manera de pensar). La gran mayoría piensan que la oración es una herramienta solo para pedirle cosas a Dios, y claro, muchos piensan que Dios tiene una obligación de contestar esas oraciones de la manera que pensamos. Hay muchos que piensan, y hasta enseñan que, si uno tiene supuestamente suficiente fe, Dios sí contestaria sus oraciones como quieren (y la fe es otra cosa que se malentiende mucho, pero este tema será para otra ocasión). La oración, sí es una manera para comunicarle a Dios nuestras peticiones, pero no es el todo del asunto. Eso es en realidad la parte más pequeña del propósito de la oración. Pensemos por un momento. El Señor Jesucristo, siendo el unigénito Hijo de Dios, el cual pudo hasta resucitar muertos, no pudo cambiar el horror de la cruz con Su oración. Vemos en este pasaje que pidió que, si fuere posible, que Dios mismo pasará esta copa de la crucifixión de El, y no fue así. El Señor murió en la cruz. ¿Qué paso? ¿No pidió con suficiente fe? ¿Dios Padre ignoró Su petición porque le falto convicción? Imposible. Por eso que hay que tener mucho cuidado con las aberraciones que se enseñan que no tienen ningún fundamento Bíblico. Entonces, si Dios no contesta nuestras oraciones como queremos, entonces, ¿para que orar? O pensemos aún más, si Dios sabe todo, y conoce hasta nuestros pensamientos, y que sabe lo que necesitamos o vamos a pedir antes que oremos, ¿para que orar? Y aún más, si van a pasar las cosas como Dios quiere nada más, ¿Cuál es el punto de la oración entonces? El punto principal de la oración es para traer nuestra vida cada vez mas cerca a la voluntad de Dios, a través de la comunión con Dios, porque la oración es principalmente la manera que tenemos para comunicarnos con El. Por eso que el propio Señor cuando le enseñó a Sus discípulos a orar, les dijo que tenían que pedir que la voluntad del Padre fuere hecha. Esto dijo: …Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:9b-10. También vimos esto mismo en el pasaje de hoy, cuando oro: …pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y bendito sea Dios Padre que Su voluntad sí fue hecha a través de la vida del Señor Jesucristo, porque no había otra manera que nuestra salvación fuere posible. Por eso que Dios Padre no quito la copa de Su propio Hijo, de la cual sí bebió para que fuésemos hechos libres del pecado y tuviéramos la oportunidad de tener vida eterna. El Padre no quito la copa, pero sí contesto la oración en base a Su voluntad. Entonces, ¿por qué oró el Señor? Porque a pesar de que era (y es) el unigénito Hijo de Dios, El también era 100% hombre, tenía que pasar el proceso de llevar a Su carne al orden de Dios. Esto dice la Palabra: Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. Hebreos 5:7-9. Absolutamente todo debe volver a la voluntad de Dios, al orden de Dios. Dios es orden. El diablo y el pecado es desorden. Dios es construcción y estructura. El diablo y el pecado es destrucción. Dios es incorruptible. El diablo y el pecado es corrupción. Dios permanece para siempre inconmovible, el diablo y el pecado y todos que se someten a ellos serán echados al final al lago del fuego eterno.

Esta es la gran importancia de la oración, que es finalmente para nuestra edificación, para traernos mas cerca a Dios, para llevarnos cada vez mas cerca a Su orden, y esto nos conviene, porque los únicos que serán salvos, los únicos que obtendrán la vida eterna, los únicos que recibirán recompensas eternas que solo las otorga Dios, son los que hacen Su voluntad, como esta escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Sé y entiendo que muchas veces la voluntad de Dios no es fácil para nuestra carnalidad, y que se nos hace difícil el caminar con el Señor cuando vemos que nuestras oraciones no son contestadas como nosotros quisiéramos, aún pensando que estamos pidiendo de Su voluntad, pero es necesario entender que la oración es para traernos de nuevo al orden que tanto necesitamos, porque hay vida eterna solo en Su voluntad. Por lo tanto, nos debemos alentar como dice la Palabra: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2. Ora por Su voluntad en tu vida, aunque te sea difícil (porque no es fácil), porque eso te salvará. Así que, ¿Para qué oras? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Dios juzga a las naciones - Ezequiel 32:1-16

Basado en Ezequiel 32:1-16 (Versión Reina Valera 1960)  

Aconteció en el año duodécimo, en el mes duodécimo, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre Faraón rey de Egipto, y dile: A leoncillo de naciones eres semejante, y eres como el dragón en los mares; pues secabas tus ríos, y enturbiabas las aguas con tus pies, y hollabas sus riberas. Así ha dicho Jehová el Señor: Yo extenderé sobre ti mi red con reunión de muchos pueblos, y te harán subir con mi red. Y te dejaré en tierra, te echaré sobre la faz del campo, y haré posar sobre ti todas las aves del cielo, y saciaré de ti a las fieras de toda la tierra. Pondré tus carnes sobre los montes, y llenaré los valles de tus cadáveres. Y regaré de tu sangre la tierra donde nadas, hasta los montes; y los arroyos se llenarán de ti. Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor. Y entristeceré el corazón de muchos pueblos, cuando lleve al cautiverio a los tuyos entre las naciones, por las tierras que no conociste. Y dejaré atónitos por ti a muchos pueblos, y sus reyes tendrán horror grande a causa de ti, cuando haga resplandecer mi espada delante de sus rostros; y todos se sobresaltarán en sus ánimos a cada momento en el día de tu caída. Porque así ha dicho Jehová el Señor: La espada del rey de Babilonia vendrá sobre ti. Con espadas de fuertes haré caer tu pueblo; todos ellos serán los poderosos de las naciones; y destruirán la soberbia de Egipto, y toda su multitud será deshecha. Todas sus bestias destruiré de sobre las muchas aguas; ni más las enturbiará pie de hombre, ni pezuña de bestia las enturbiará. Entonces haré asentarse sus aguas, y haré correr sus ríos como aceite, dice Jehová el Señor. Cuando asuele la tierra de Egipto, y la tierra quede despojada de todo cuanto en ella hay, cuando mate a todos los que en ella moran, sabrán que yo soy Jehová. Esta es la endecha, y la cantarán; las hijas de las naciones la cantarán; endecharán sobre Egipto y sobre toda su multitud, dice Jehová el Señor.

En el año 605 AC, esta profecía contra Egipto se cumplió, algo que se creía imposible que sucediera. En aquel entonces, el reino egipcio se había levantado de nuevo y se había fortalecido para ser una nación con gran poder, pensando ser como algo inconmovible. No obstante, el Rey Nabucodonosor de Babilonia destruyo por completo el ejercito egipcio en la batalla de Carquemis. Y en esta batalla, no solo cayo Egipto, sino que Babilonia destruyo el imperio Asirio, y de tal manera que el imperio Asirio despareció por completo después de tal batalla. Uno se debiera preguntar, ¿Por qué es que Dios pronunció y vino a hacer una realidad este gran juicio en contra de la nación de Egipto?

El grave problema por el cual Dios juzgo a Egipto fue por su rebeldía, por su soberbia. A pesar de conocer a Dios, y como nación haber visto las grandezas del Altísimo, decidió no humillarse ante el Dios del cielo, sino que creció y se fortaleció solo para desafiarle. Y Dios ya no pudo soportar más su arrogancia, y lo quebranto vergonzosamente a él, y al que lo acompañaba. Dios le dió tal poderío y fuerza al Rey Nabucodonosor que lo usó para quebrantar la soberbia de Egipto por completo.

El problema surge cuando una nación o una persona conoce la verdad de Dios, y se rebela en contra de ella, porque Dios tiene gran misericordia sobre aquellos que ignoran Su Verdad. Dios sí tiene misericordia cuando hay genuina ignorancia, cuando se desconoce por completo Su Verdad. Esto lo vemos claramente en la Palabra cuando lo explica el Apóstol Pablo en base a su propia ignorancia, como dice: Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. 1 Timoteo 1:12-14. Pero la Palabra también dice esto: Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Hechos 17:29-31.

Ahora bien, ya cuando se conoce la verdad, ya no queda excusa. Y la gran verdad que hoy si se conoce es que hay un Dios Todopoderoso, y que El por Su buena voluntad y gracia, mando a Su Hijo Unigénito, a Jesucristo, a morir en la cruz por los pecados de la humanidad. Si el conocimiento de la ley de Moisés trajo juicio antes sobre toda nación y ser humano, ¿Cuánto más no traerá el conocer la bondad de Dios y despreciarla? Como está escrito: El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia. Hebreos 10:28-29. ¿Quién no conoce hoy el significado de la cruz de Cristo? Billones de personas hoy bien saben la historia de la cruz, y de cómo Jesucristo murió por todos nosotros. Y si es así, y Dios juzgo a Egipto por cosas menores que la cruz de Cristo, ¿Qué creen lo que le espera a este mundo y a sus naciones hoy? ¿Pasará por alto Dios la rebeldía que existe hoy en contra de Su persona, y en contra de la cruz de Cristo? Esto dice la Palabra: Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 2 Pedro 2:21.

¿Qué se puede hacer para escapar de la ira venidera de Dios? Esto nos aconseja Su Palabra: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Isaías 55:6-7. Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado. Hechos 3:19-20. El Señor todavía está dejando la puerta abierta hoy para que haya arrepentimiento y conversión. Todavía se extiende hasta el día de hoy la dispensación de la gracia de Dios a través de Jesucristo. Mi mejor consejo es que no desprecies esta oportunidad. Tú que conoces la Verdad de Dios, deja de despreciarle o de tratar de usarle para tu conveniencia. Busca del Señor mientras allá tiempo porque mañana puede ser muy tarde. Sírvele como el Señor que es para que no solo alcances Su perdón, sino también Su vida eterna. Hay vida solo en un Ser, en el Señor Jesucristo. Búscale y síguele como tal. Así que, ¿Decidirás sufrir el juicio eterno de Dios por seguir en tu rebelión, o te acogerás de la vida que solo el Señor puede dar? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La diferencia entre el creer y el recibir - Juan 8:21-47

Basado en Juan 8:21-47 (Versión Reina Valera 1960)  

Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.

En lo que concierne para llegar a tener una verdadera relación con el Señor, nuestra fe debe ir más allá de un creer nada más, si es que una persona desea realmente obtener el perdón y la salvación de Dios. Es un error pensar que uno debe creer en el Señor y nada más, y que, en base a eso, obtiene la vida eterna. Como pudimos ver en este pasaje, hubo muchos de los judíos que llegaron a creer en El, como dice la Escritura: Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él…, pero ellos tenían serios problemas, porque dicen las Escrituras que hasta procuraban matarle. ¿Cómo puede ser eso de que creían en El, y que querían matarle a la misma vez?

El asunto con solamente creer en el Señor es que eso no significa que le acepten como tal. Ellos llegaron a creer en El porque Sus milagros eran innegables. No podían llegar a negar ciertas realidades, porque eran palpables y obvias. Entonces, era imposible no creer en El. ¿Podían acaso negar estos judíos todos los milagros que había hecho, tales cosas que vieron con sus propios ojos, hasta el levantar a Lázaro delante de todo el pueblo después de haber estado muerto por cuatro días? No. Así que, sí podían llegar muy fácilmente a creer en El. Pero, porque una persona creía en la capacidad que el Señor tenía, no quería decir que le habían aceptado o que la habían recibido, y ahí está el problema. Esto por ejemplo dice la Palabra: Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? Santiago 2:18-20. Entonces, porque los demonios creen en Dios, ¿quiere decir que esa creencia los salva de su sentencia eterna? Imposible. ¿Por qué? Por la misma razón anterior, porque es innegable el poder de Dios, pero el no poder negar la grandeza de Dios no salva a nadie.

Entonces, ¿Cuál debe ser la diferencia? ¿Cómo es que uno va más allá para poder obtener el perdón y la salvación que tanto se necesita? Una persona no solo debe creer en Cristo, sino tener tal fe en El que esa fe lo impulse a una obediencia y sujeción total al Señor, deben recibir al Señor, como está escrito: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12. Y ¿Qué es lo que Dios manda a que haga cada persona, sin excepción? Hay tres cosas fundamentales que deben suceder: 1) un completo arrepentimiento y conversión de todo pecado, sin reservas, sin excepciones, 2) aceptar al Señor Jesucristo como su literal Señor, como la autoridad suprema en su vida, y 3) seguir al Señor como quien es: el Rey de reyes, y Señor de señores. Esto también dice la Palabra: …y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Juan 13:20b. Y ¿de que consta recibirle? Esto también relata la Palabra: Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Juan 6:53-66. El comer Su carne y beber Su sangre significa hacerse uno con el Señor, y de tal manera que uno deja que entre la Palabra en Su plenitud y que haga lo que tenga hacer, pase lo que pase, cueste lo que cueste, sin reservas e impedimentos. Este es la gran diferencia entre creer en El y en recibirle. Así que, ¿has llegado a no solamente creer en Cristo, sino a ser uno con El? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La apostasía - Deuteronomio 13

Basado en Deuteronomio 13 (Versión Reina Valera 1960)  

Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti. Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella; no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo. Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta. Si oyeres que se dice de alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, que han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los moradores de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no conocisteis; tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en medio de ti, irremisiblemente herirás a filo de espada a los moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y también matarás sus ganados a filo de espada. Y juntarás todo su botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín, todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de ruinas para siempre; nunca más será edificada. Y no se pegará a tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo juró a tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios.

Para muchos, este pasaje debe parecer algo muy duro, o que las medidas son muy estrictas, o que sencillamente hay cero tolerancias. Y sí, se puede decir eso. En el Señor no hay realmente tolerancia para ningún desvío, no lo había antes, ni tampoco lo hay hoy. Ahora, ¿hemos de matar a personas hoy como lo mandaba El, a matar hasta seres queridos o ciudades enteras por su apostasía? No. Hoy vivimos lo que la Palabra llama la dispensación de la gracia de Dios, que significa que Dios da ahora la oportunidad a través del Señor Jesucristo a que todos puedan arrepentirse de sus pecados, y que la penalidad de la muerte llegue cuando Dios decide en Su plena decisión, y no como lo estipulo en Su Palabra antes que viniera Cristo. Pero, hay que entender este asunto de la apostasía o el desvió de Dios para que no se cometa, porque Dios sí castigará eternamente a una persona si se aparta de El para seguir otras cosas.

Comencemos a ver este asunto de la apostasía o el desvío para poder entender porque es tan serio. La verdad es que Dios no castiga el desvío como por virtud de designar algo como malo y por eso que se castiga. La verdad o la realidad es que hay vida solo en una cosa, o más bien, en una Persona, en el Señor, y si una persona se aparta del Señor, desviándose del muy recto y exacto camino hacia El, la consecuencia natural de ese desvío es la muerte. Hay vida, luz, y eternidad solo en una persona en todo el universo: en el Señor Jesucristo. Por eso que El mismo dijo, proclamando una realidad, no un deseo o una ilusión de grandeza, sino una irrefutable verdad: …Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6. Entonces, el apartarse del Señor trae como consecuencia natural la muerte eterna, y eso es la decisión de una persona, no es algo que ni Dios fuerza sobre alguien, ni el diablo y todas sus huestes pueden forzar esto sobre una persona. Esto es elección. Y por eso que hay tal juicio final delante de Dios, aún durante este tiempo de la dispensación de la gracia de Dios. La apostasía sigue teniendo la misma consecuencia que antes, la muerte eterna.

Ahora bien, puede que digan: Puedo entender porque Dios castigaba tan duramente la apostasía, porque el pueblo se apartaba para seguir a dioses ajenos. Y sí, tendrían razón en pensar eso. Pero, veamos aún más lo que realmente es la apostasía, y esto va a sorprender a muchas personas, porque la apostasía envuelve mucho más que dioses ajenos y extraños. Hay muchas veces que asociamos la apostasía con cosas obvias, pero pasamos por alto las cosas no tan obvias. La apostasía o el desvío, se predica y se enseña en toda la sociedad hoy en día, y cuidado, en la gran mayoría de nuestras iglesias también. Y puede que no se enseñe la apostasía en ciertas congregaciones, pero viven en la apostasía. La gran mayoría hoy viven en la apostasía, y si no se arrepienten, morirán eternamente en esa apostasía. Para poder entender que es apostasía, hay que ir a la verdad, al camino que lleva a Dios, para después poder ver la apostasía, el desvío. La única manera de ser salvo consta de tres cosas muy fundamentales: del completo arrepentimiento y conversión de todos los pecados (no solamente de algunos pecados), del reconocer y aceptar literalmente a Jesús como Señor (y no solamente como salvador, o cualquier otra cosa), y de vivir esa realidad, de seguir al Señor, de vivir para ese Señor. Este es el camino a la salvación, a la vida eterna. Si hay algún desvío en cualquiera de estas tres cosas, ahí es que ocurre el desvío. Entonces, si una persona te dice que solo necesitas creer en Cristo, y no hacer nada más para ser salvo, eso es apostasía. Si te dicen que ya no necesitas hacer nada más después de aceptar a Cristo, ya que no somos salvos por obras, eso es apostasía. Si una persona te dice que Dios existe para cumplir tus deseos y ayudarte a lograr tus metas, eso es apostasía. Si una persona te dice que no necesitas servir al Señor, sino que tu fe es lo que te salva, eso es apostasía. Cualquier cosa que se salga de la línea del arrepentimiento y conversión de pecados, del Señorío del Señor Jesucristo, y de vivir para ese Señor, es sencillamente apostasía, y ese desvío llevará a la persona a la eterna perdición si no se arrepiente a tiempo. Esto dice la Palabra: Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:7-9. Viendo las cosas de esa manera, ¿pueden darse cuenta de cómo está la apostasía en todas partes? Entonces, el camino a Dios Padre es sencillo y muy exacto. Por lo tanto, por tu propio bien, debes hacerte está muy sencilla pregunta: ¿Vivo para el Señor, para hacer Su voluntad, o vivo para mí mismo, para cumplir mi voluntad, o para otras cosas o personas? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Alineándonos con el Señor - Salmo 20

Basado en Salmo 20 (Versión Reina Valera 1960)  

Jehová te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, y desde Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, y acepte tu holocausto. Selah. Te dé conforme al deseo de tu corazón, y cumpla todo tu consejo. Nosotros nos alegraremos en tu salvación, y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios; conceda Jehová todas tus peticiones. Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra. Estos confían en carros, y aquellos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie. Salva, Jehová; que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

Creo que a todos nos gustaría que Dios escuchará nuestras oraciones y nos concedierá nuestras peticiones. Y la buena noticia es que, sí es posible que El escuche nuestras oraciones, y atienda nuestras súplicas. Pero, nosotros debemos alinearnos con el Señor. Es necesario poner nuestras vidas en orden delante del Señor para que El escuche y obre a nuestro favor. El Señor no es un genio cósmico que esta para conceder deseos, y para cumplir gustos. Nuestra relación con Dios debe ser mucho más que eso para que nosotros obtengamos lo que realmente necesitamos, porque o si no, tendremos graves y eternos problemas en el porvenir no muy distante.

Lo primero de lo que nos debemos asegurar es que Dios sea el que conteste nuestra oración, y para bien. Y con esto hay mucho que considerar. Una de las cosas claves es entender que hay un mundo mucho más grande que el que vemos, y que ese mundo es mucho más importante y afecta todo lo que vemos al presente. Esto dice la Palabra: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos… Hebreos 12:1a. ¿Quiénes son estos testigos? Es Dios, para comenzar, y el más importante testigo, pero también están las huestes celestiales. Pero desafortunadamente, también está el diablo y sus demonios. Nosotros no estamos solo, ni aún cuando estamos en un cuarto oscuro con la puerta cerrada. Siempre tenemos a algo o a alguien a nuestro alrededor. Y el grave problema con eso es que todos están escuchando lo que decimos, y esto puede ser para bien o para mal. ¿Qué es la importancia con todo esto? Que cuando oramos, hay seres que están escuchando, y dependiendo de cómo estemos espiritualmente es la manera que pueden ser contestadas nuestras peticiones. Hay muchas oraciones que puede que resulten, pero cuidado, no siempre es Dios quien responde, y eso es un problema muy grave. El diablo también contesta peticiones, y tiene el poder para hacer muchas cosas en este mundo como el príncipe que es de todo esto, y es más, él hace lo que sea con tal que una persona siga un camino equivocado a su perdición. Ni oraciones contestadas, ni aparentes bendiciones son indicadores de que Dios está a nuestro favor, sino que puede ser todo lo contrario. Esto leemos en la Palabra cuando el propio Señor fue tentado por el diablo: Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Mateo 4:8-9. El diablo sí puede dar mucho, conceder mucho, con tal que una persona se mantenga en un curso directo a su destrucción. Cuando llegas a entender la naturaleza de algo, entonces puedes entender de lo que es capaz. El enemigo es toda maldad, y desea que toda la humanidad se pierda, y hará lo que sea con tal de que eso acontezca. Por eso que hay que tener mucho cuidado.

Algunos puede que digan: Con tal que mis oraciones sean contestadas, a mí qué me importa el que las conteste. Y esto sería una manera muy necia de pensar, pero desgraciadamente, esto es un problema muy común. La gran mayoría de las personas están tan preocupadas del mundo presente, que viven de tal manera que no tendrán absolutamente nada en el mundo venidero, en lo eterno. Tan enfocados están en este mundo, que se perderán en la eternidad. Y por desgracia, muchos llamados cristianos tienen este mismo sentir, porque buscan de Dios solamente para que El les sirva (como si fuere posible). Esto dice la Palabra: Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Mateo 16:25-27. Por desgracia, la gran mayoría de las personas sacrifican su alma por cosas muy pequeñas y pasajeras, como por no querer soltar el pecado. Prefieren seguir en sus fornicaciones, y adulterios, y desviaciones sexuales, y en tantas otras cosas, que volverse de todo eso para poder salvar su alma en la eternidad. Muchas personas valoran más tener posesiones que tener la vida eterna. La gran mayoría de las personas desean llegar al cielo, pero sin dejar el pecado y las cosas del mundo. Y aún más, desean que Dios les sirva, pero teniendo una mentalidad muy mala delante de El. Entonces, muchas oraciones pueden estar siendo contestadas, pero como lo establecimos antes, no es Dios el que está contestando. Y lo peor de todo, es que, si siguen ese desvarió, lograrán tener muchas cosas en el presente, pero se perderán eternamente. No habrá salvación para ellos, aunque proclamen creer en Dios. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos… Mateo 7:21a.

Entonces, ¿cómo es que Dios puede contestar nuestras peticiones, y nosotros no tener la preocupación de que hay fuerzas malignas envueltas? Esto dice la Palabra: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:1-8. Y aquí hay un gran ejemplo de una oración contestada, como está escrito: Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:12-14. Dios escucho la oración de Salomón, pero cuando su corazón era recto delante de Dios. Dios hizo grandes maravillas, pero cuando había obediencia incondicional. Porque lo triste del asunto es que Salomón comenzó muy bien, pero termino muy mal, al dejarse llevar precisamente por su desobediencia. Es necesario permanecer en el Señor tanto como para que Dios conteste nuestras peticiones, pero aún más importante, para que logremos obtener la vida eterna a través del Señor Jesucristo. Entonces, ¿esta tu vida alineada con el Señor, por tu propio bien? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El arca del pacto - Éxodo 37:1-9

Basado en Éxodo 37:1-9 (Versión Reina Valera 1960)  

Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro en derredor. Además fundió para ella cuatro anillos de oro a sus cuatro esquinas; en un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. Hizo también varas de madera de acacia, y las cubrió de oro. Y metió las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca. Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos extremos. Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio.

El arca del pacto y todo lo que lo compuso tiene mucho significado, y se podría explorar por algún tiempo el significado de sus materiales, como fue hecho, y porque tenía el diseño y los elementos que tenía. De cualquier manera, y a simple vista, por decir, era un objeto fascinante con un valor y artesanía incomparable, lo cual jamás ha existido. Se cree que se perdió aproximadamente en 586 AC, cuando Babilonia invadió a Israel. Desde aquel entonces, ha habido mucha especulación sobre su localidad, pero jamás se ha sabido algo con certeza. Sigue perdido hasta el día de hoy.

El arca cumplía con dos cosas fundamentales: para contener las tablas de los diez mandamientos, la vara de Aarón, y una porción del maná que recibió Israel en el desierto. Y la otra, que era la manera principal de cómo se manifestaba la presencia de Dios en ese tiempo y de donde El hablaba con Su pueblo. Para poder entender el verdadero valor del arca, hay que entender sus funciones. Los diez mandamientos, la vara de Aarón y el maná formaban parte del antiguo pacto que hizo Dios con Israel. El antiguo pacto constaba de que Dios, por Su gracia, y por amor a Abraham Su amigo, el milagrosamente liberaría la descendencia de Abraham de las manos de los egipcios, los cuales los usaban como esclavos para construir sus grandes ciudades y edificios. Dios hizo Sus grandes proezas y milagros a través de la vara de Aarón. Y después, cuando el pueblo de Israel fue liberado de Egipto y comenzó a cruzar el desierto, Dios los alimento milagrosamente en el medio del desierto con maná del cielo. Y después, El los llevo al monte Sinaí donde El les daría Su Palabra, lo que serviría como pacto entre Dios y Su pueblo. Este era el simbolismo fundamental de su contenido.

Y para seguir explicando sus funciones, y el pacto que estableció, cuando el tabernáculo fue hecho, Dios le dió ordenanzas como parte del pacto a Su pueblo, para que si cumplían con las condiciones prescritas en la Ley de Moisés (que también Dios le dio a Su pueblo), El les hablaría desde esta arca del pacto. Y Dios así lo hizo. El le hablaba a Su pueblo desde el propiciatorio. Entonces, claramente vemos en este pacto una liberación por gracia, y sostener por gracia e instrucción por gracia, y una manera de comunicarse al cumplir lo prescrito por Dios.

Ahora, ¿Por qué se perdió el arca? La respuesta es, por el constante pecado y rebelión de Israel. Israel abuso de la misericordia de Dios por mucho tiempo. Y Dios le mandaba constantemente a Sus profetas para advertirle del mal que vendría si persistían en su pecado, en su rebelión, en fin, en su idolatría y adulterio espiritual, tratando de estar bien con Dios y con los ídolos y demonios, haciendo cosas aborrecibles delante de Dios, y también, humanamente hablando, sacrificando hasta a sus hijos a dioses ajenos. Y por el constante pecado de Israel, Dios permitió que sus enemigos, los Babilonios, devastaran a Israel y a Judá completamente, destruyendo así a Jerusalén y al templo, donde Nabucodonosor se llevaría el arca y todas las cosas sagradas del templo. Y de allí, ya no se supo más que paso con el arca. Así que, El arca se perdió por el constante y continuo pecado del pueblo.

¿Qué tenemos hoy ya que el arca se ha perdido? Solo por la gracia de Dios, y través de la fe, tenemos un nuevo pacto a través del unigénito Hijo de Dios, a través del Señor Jesucristo. El es nuestro nuevo arca del pacto, basado en los mismos principios del antiguo pacto. El antiguo pacto lo inicio Dios con el hombre, a través de Abraham. Dios le hablo a Abraham, y Abraham le creyó a Dios. Ese es el fundamento del antiguo pacto, que después con el tiempo se materializo a través de esta arca del pacto que vimos antes. Pero ahora, y solo por la gracia de Dios (igual que antes), Dios Padre nos ha dado una parte de si mismo, porque el Señor Jesucristo es parte de la Santa Trinidad (El es Dios), como el pacto eterno, porque el pacto ya no consta de cosas materiales como de tablas de piedra, o de una vara, o del maná, y menos de un arca hecho de madera con oro, sino de la persona eterna de Dios mismo. Por eso que está escrito: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6. El Señor Jesucristo es el nuevo y eterno pacto de Dios.

Ahora bien, para que un pacto se cumpla, debe haber dos lados. Es imposible que un ser haga pacto consigo mismo, porque o si no, no es pacto. Y para que un pacto se cumpla, debe haber condiciones que ambas partes cumplan. En el pasado, Dios hizo pacto con el hombre a través de la fe, pero sin Su materialización personal, que mayormente fue con el pueblo de Israel. Y digo mayormente con Israel porque hubieron hombres que no pertenecieron al pueblo de Israel que sí encontraron la gracia de Dios por la fe, como Nabucodonosor, quien Dios llamo Su siervo. Nabucodonosor si removió sus ídolos de delante de Dios, y reconoció al Altísimo Dios delante de todo su reino, y lo proclamo como su Dios. Pero ese antiguo pacto fue roto por el hombre, por su rebelión en contra de Dios. Dios más que cumplió con Su parte, pero el pueblo le falló a Dios. Por eso que Dios, por Su gracia, hizo un nuevo pacto, y esta vez, a través de Su propia persona, e hizo pacto de sangre, porque Dios vertió Su sangre en la cruz del calvario para la salvación del hombre. Pero, para que este pacto al presente siga en cada uno de nosotros, ¿Qué debe suceder? ¿Cuál es nuestra parte, ya que Dios, como siempre, ha hecho más de lo requerido? Que nosotros nos arrepintiéramos y nos convirtiéramos de todos nuestros pecados, y que hagamos al Señor Jesucristo el Señor de nuestras vidas, literalmente, efectivamente, y completamente (sin reservas), y que así, hagamos Su voluntad. Pero, si una persona practica el pecado y así Dios le encuentra al venir por ella, tal como lo hizo el pueblo de Israel, la persona es la que rompe el pacto. En cambio, si tomamos nuestra cruz diariamente para seguir al Señor y hacemos la voluntad del Padre, el pacto se ratifica eternamente, y recibiremos la vida eterna con todas sus recompensas, de acuerdo a nuestros hechos que solo tienen validez si nuestra fe es la raíz de ellas. Así es que cumplimos nuestra parte del pacto. Así que, ¿vives como si tuvieres un pacto con Dios para vida eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El justo juicio de Dios - Romanos 2

Basado en Romanos 2 (Versión Reina Valera 1960)  

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

Es indudable que a Dios sí le importa todo lo que hacemos, y que viene un juicio donde El traerá a la luz todas nuestras obras, sin excepción. Y no solamente eso, sino que sacará a la luz lo más importante, la intención de cada corazón, el cual será revelado en ese grande y terrible día. Esto dice la Palabra: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10. Y Dios no hará acepción de personas, sino que tanto el judío como el gentil, todo ser humano será juzgado por sus hechos.

Entonces, ¿Qué se podrá decir con lo que recién leímos? Debemos poder entender de que es necesario que cada uno de nosotros necesita ser transformado enteramente, comenzando por lo más íntimo de nuestro ser, y que tal transformación debe rendir un producto visible y tangible para Dios y para los hombres. No se saca nada si una persona dice tener fe en el Señor si no hace la voluntad de Dios visiblemente. Y tampoco, no se gana nada si una persona hace cosas que lucen como buenas si la intención de su corazón no es recto delante del Señor. Podemos concluir que seremos justificados delante de Dios en el juicio venidero si tenemos una fe genuina en el Señor Jesús y buenas obras como producto de esa fe.

¿Cómo se llega a poder tener una fe genuina que produzca el fruto que Dios busca? Todo comienza con no solo creer en Dios sino creerle a Dios, creer lo que El dice en Su Palabra. Esto dijo el propio Señor: Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:14-15. Entonces, ¿Qué fue lo que primero dijo en Su mensaje? Arrepentíos. Cuando primero comienza la fe, debe haber completo un arrepentimiento y conversión de pecados. Sin esto no puede haber ni perdón de pecados, ni aún menos, vida eterna. Y aquí es donde la gran mayoría encuentran su mayor impedimento. La gran mayoría tienen graves problemas con el arrepentimiento y la conversión. La gran mayoría o no desean arrepentirse y convertirse, o solo se arrepienten y se convierten de ciertas cosas, pero no de todas. Muchos sienten culpa solo por ciertas cosas, pero escogen no ver otras como pecado. Y eso detiene el perdón de Dios, porque escrito esta: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado. Hechos 3:19-20. Y, ¿Qué es lo peor que pasa cuando rehúsan las personas en aceptar el pecado como tal, especialmente para poder comenzar una genuina fe con Cristo? Hacen lo injustificable, porque ponen a Dios como mentiroso, como también dice la Palabra: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1 Juan 1:8-10. Entonces, ¿puede hallar perdón una persona si afrenta al Espíritu Santo cuando trae convicción de pecados, y en vez de reconocer un hecho, hace a Dios mentiroso? ¿Puede haber salvación si resiste al Espíritu Santo e insulta al Dios Todopoderoso? No.

Y lo que debe seguir este genuino arrepentimiento y conversión es un dejar atrás al antiguo amo, al pecado, y someterse a un nuevo amo y Señor, al Señor Jesucristo. Una persona debe soltar plenamente toda atadura del pasado, a lo que se sometía antes, para unirse y someterse al Señor Dios, al único que nos puede dar perdón, vida eterna, salvación, y recompensas eternas. Por eso que El tiene que ser más que profeta, más que maestro, más que Salvador en nuestras vidas. El debe ser el Señor, literalmente y efectivamente, para que podamos hacer Su voluntad, lo cual, sin aquello, nadie podrá entrar en el reino de Dios, como está escrito: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Estas son las cosas que deben suceder en una persona para que pueda comenzar el eterno camino al cual Dios ha llamado a todos a que emprendan, sin excepción, primeramente, al judío, y después a los gentiles, para que, a través del Señor Jesucristo, pueda haber un solo linaje que reine con el Señor por toda la eternidad. Así que, ¿te estás preparando para el juicio final? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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El orden de Dios - 1 Corintios 7:17-24

Basado en 1 Corintios 7:17-24 (Versión Reina Valera 1960)  

Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias. ¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios. Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede. ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más. Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres. Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.

Hay muchas personas que se confunden con este pasaje, y creen que esto significa que cuando uno llega a Cristo, que uno se debe olvidar de la vida pasada y quedarse como esta. Y sí, Dios perdona nuestros pecados como dicen las Escrituras, pero también enseña Dios a través de las Escrituras, que, para recibir perdón, deben pasar muchas cosas para que eso suceda. O sea, la fe siempre debe ser acompañada por la obra para que Dios pueda ver que es genuina. De otra manera, ni la fe ni las buenas intenciones no sirven de nada si no hay un producto tangible.

Por ejemplo, ¿Qué hubiera sido de nosotros si Dios solamente nos dice que nos ama, pero no hubiera enviado a Su Hijo unigénito a morir en la cruz? Y, ¿Qué hubiera sido de nosotros si el Señor le hubiera dicho nada más al Padre que lo amaba y no hubiera cumplido con el sacrificio de la cruz? No tendríamos ninguna esperanza. Pero, bendito sea Dios Padre y el Señor Jesucristo por toda la eternidad, que Su Palabra no son cosas huecas y vacías, llenas de promesas falsas, sino que cumplieron todas las cosas, y las demostraron con Sus hechos. Dios y el Hijo demostraron Su amor con hechos irrefutables. Entonces, ¿podemos decir que la fe por si sola, sin obras basta para el perdón de pecados y la salvación? ¡No!

De acuerdo a la Palabra de Dios (como siguiente veremos), la enseñanza es muy clara en que debe haber un genuino arrepentimiento y conversión que no solamente consta de palabras, sino de hechos que le demuestren a Dios nuestro arrepentimiento y conversión. Y esto afecta tanto la vida pasada de uno, antes de venir a Cristo, como también, el después de haber venido a Cristo. Esto por ejemplo dice la Palabra: Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:16-18. Aquí es muy claro en que debemos buscad el juicio y restituid al agraviado. Esto significa que, en buscar el juicio de Dios, que debemos rehacer el daño que hemos hecho. Eso significa hacer justicia. Como parte de la conversión, una persona debe no solamente pedirle perdón a Dios, sino que debe también buscar la manera de reparar el daño hecho, como sea posible. De eso consta el verdadero arrepentimiento y la conversión para que Dios pueda en realidad perdonar. Esta es la condición de Dios para poder alcanzar Su perdón. Claro, esto no lo podemos hacer solos, sino que la obra de la restitución debe ser hecha como fruto de que le hemos entregado nuestra vida al Señor y buscamos hacer Su voluntad. No se trata de hacer las cosas solos, por nuestra cuenta, porque esas obras no salvan. De esto también hablo Juan el Bautista cuando precisamente predicaba acerca del arrepentimiento: Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Lucas 3:7-14. Así que, vemos claramente que los frutos dignos de arrepentimiento se tratan de rehacer o restaurar el daño, y de comenzar a establecer el orden de Dios en la vida de una persona, comenzando esa persona a hacer la voluntad de Dios, empezando con el trato con su prójimo. Entonces, ¿Queda lugar para poder creer que cuando llegamos a Cristo, que no le debemos nada a nadie, e inclusive hasta esconder nuestro pasado para que nadie sepa lo que hicimos (como muchos hacen), si Dios demanda reparaciones y justicia de nosotros? ¿Nos debemos quedar en la condición como cuando venimos a Cristo? ¡No! Vemos, por ejemplo, este testimonio de Zaqueo en la Palabra, que establece aún más este punto en el orden que Dios establece, como está escrito: Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:1-10. ¿Cuándo pronuncio el Señor que había venido la salvación a la casa de Zaqueo? ¿Cuándo entro en ella? No. Fue cuando Zaqueo proclamó que le daría la mitad de sus bienes a los pobres y que le devolvería cuadruplicado a cualquiera que hubiera defraudado.

Y como final, el Señor no quiere nuestra ofrenda hasta que arreglemos los problemas que hemos creado, y esto aplica a nuestra vida pasada, al presente, y por siempre, como está escrito: Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante. Mateo 5:21-26. Así que, ¿estás viviendo en el orden de Dios, o haciendo las cosas a tu manera? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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No nos escaparemos del juicio de Dios - Jueces 17

Basado en Jueces 17 (Versión Reina Valera 1960)  

Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía. Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía. Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.

Vemos a través de este pasaje que la historia tiene mucha tendencia a repetirse, y por desgracia, no para bien. Leemos aquí de una familia del pueblo de Israel que hacían las cosas como querían, y las hacían mal porque insultaban a Dios con sus hechos, y para peor, pensaban que Dios los prosperaría por todas las cosas que hacían mal. Esto sucede hoy en día comúnmente. La gran mayoría de nuestras iglesias siguen y enseñan cosas que no tienen nada que ver con lo que la Biblia enseña, aunque usen las Escrituras para respaldar sus malas e incompletas enseñanzas, tal como dijo la Palabra que sucedería en estos últimos tiempos. Parece como si fuere la verdad lo que enseñan, pero está lejos de la verdad. Muchos falsos profetas y maestros hoy existen en distintos lugares, enseñando como sana doctrina cosas blasfemas, pero claro, muy atractivas para las masas. Pero ¿puede eso ser algún misterio, si el propio diablo trato de tentar al Señor Jesucristo de la misma manera cuando estuvo aquí en la tierra, usando la Palabra de Dios para su maldad? ¿Cuál es el peor asunto que hoy la gran mayoría de los supuestos creyentes tienen con su doctrina? Que no creen que darán cuentas en el gran juicio de Dios. La Palabra de Dios es muy clara sobre este tema, en que tanto el incrédulo como el creyente, cada uno de nosotros dará cuentas, y seremos juzgados por nuestros hechos, sin excepción.

Otro grave error que la gran mayoría comete, es pensar que tienen el favor de Dios porque les va bien. Toman las cosas buenas que le suceden como recompensa y bendición de Dios, como que Dios premiara su desobediencia. Leímos hoy de la familia de Micaia que todo pareciera que le fuere bien, porque leemos que hasta eran ricos, gastando sumas grandes de dinero en precisamente cosas que eran abominables para Dios. Lo mismo sucede hoy. Muchos creen que tienen el favor de Dios al ver que se cumplen sus deseos, y que supuestamente, sus oraciones están siendo contestadas. Pero, el bienestar momentáneo no es ningún indicador de bienestar espiritual. Y esto nos lleva otro grave mal relacionado a este, que la gran mayoría piensan que su opinión dicta la realidad, y que Dios está sujeto a lo que ellos piensan. El universo no gira a nuestro alrededor, sino alrededor de Dios. Por lo tanto, debemos buscar genuinamente Su voluntad para estar listos para el juicio venidero.

La Palabra dice esto acerca del juicio venidero: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. El que escribió esto es el Apóstol Pablo, y se incluye en tal juicio. Así que, este asunto de que nosotros los creyentes no daremos cuenta por lo bueno y lo malo que hacemos es totalmente falso. Esto también dice la Palabra acerca del juicio de Dios sobre Su pueblo: Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:26-31. Y ¿cuál es el estándar que Dios usará para juzgarnos? Escrito esta: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. Si una persona no le teme a Dios, y no busca hacer la voluntad de Dios, aunque haga milagros y prodigios, no entrará en el reino de Dios. Y no solamente se trata de hacer lo bueno delante de Dios, sino también hacerlo con un corazón recto delante de Aquel que todo lo ve y todo lo sabe.

Finalmente, Dios nunca premiara al inútil, al que no hace Su voluntad, por muy hijo o hasta siervo que se crea, como está escrito: Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:26-30. ¿Estoy diciendo que para ser salvo uno tiene que tener obras? Absolutamente que sí. Porque la fe sin obras está muerta. Y de la misma manera, no hay salvación para el ser que no busca hacer legítimamente la voluntad de Dios, sin excepción. La fe no puede salvar a la persona que no busca hacer la voluntad de Dios. Y en el juicio final Dios pesará todos nuestros hechos, sean buenos o sean malos. Nunca es tarde volverse hacia Dios, pero hazlo ya, si necesitas hacerlo. Así que, ¿Buscás hacer tu voluntad o hacer la voluntad de Dios? ¿Qué verá Dios cuando repase toda tu vida delante de Su presencia y delante de todas Sus huestes? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La misericordia del Señor - Salmo 103

Basado en Salmo 103 (Versión Reina Valera 1960)  

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia. Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo. El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos. Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad. Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová.

Todos tenemos muchas cosas que agradecerle a Dios, aunque muchos pueden que piensen que no es así. Antes de comenzar a ver todo lo que sí le debemos a El, debemos comenzar a entender algo muy fundamental, y eso es la posición de Dios y nuestra posición. Dios no nos debe absolutamente nada por virtud de ser Dios, el ser más alto y poderoso en todo el universo. No hay nada ni nadie que puede exigirle a Dios, ni mantenerlo responsable por algo, ni nada que se le parezca. El es completamente soberano. Así que, entendiendo ese principio, debemos poder entender que todo lo que El nos dá es por gracia, o sea, como un regalo, porque eso es lo que Dios hace. Todo lo dá por Su gracia y misericordia.

Habiendo dicho esto, entonces, ¿Qué le debemos a El (porque, aunque algo es regalo, o dado por gracia, finalmente se dió y viene a ser deuda)? Entonces, podemos comenzar con esto, con que somos seres creados y hechos por Dios. Nosotros no existiríamos si un día a Dios no hubiere decidido crear al hombre. Y cada ser humano después de esa creación nace y es porque Dios lo permitió, independientemente de la situación que halla ocurrido. Dios permitió que existiera un ser. Por eso que es un pecado tan grande el aborto, porque si Dios permitió que ese ser tuviera vida, aunque dentro del vientre, es un ser viviente, un ser que Dios quería traer al mundo. Todo ser existe y vive porque Dios lo permite, igual como tú y yo existimos en este mismo momento, porque Dios lo permitió. Esto dice la Palabra: Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Salmo 139:13. Entonces, cada uno de nosotros le debemos la existencia. Existes porque Dios por Su gracia lo permitió.

En conjunto con la existencia, le debemos a Dios nuestro cada día, porque El es el que permite que sigamos viviendo. Nada en el universo permanece en existencia sin la voluntad de Dios. Esto dice la Palabra: Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Colosenses 1:16-17. Todas las cosas, e inclusive tú y yo subsistimos por la gracia de Dios. La ciencia puede tratar de explicar las cosas de una manera práctica lo que pasa en cada uno de nosotros, pero lo único que puede tratar la ciencia es explicar, pero el asunto de existir, de ser responsable de la acción de la subsistencia es de Dios y no de la ciencia, ni siquiera de nosotros mismos. Dios es el que permite que tu cerebro funcione y haga que tus acciones involuntarias sucedan, el respirar de tus pulmones, el palpitar de tu corazón, la sangre que corra a través de tus arterias y venas, que los alimentos se digieran, tantas cosas que suceden en cada uno de nosotros sin que lo hagamos conscientemente, todo sucede por la gracia y la misericordia de Dios. Y estamos tratando las cosas que pasan a nuestro interior. Piensen en todo lo que sucede en nuestro exterior que también permite que subsistamos, como el cosmos, la posición de los planetas de nuestro sistema solar, el aire, la lluvia, el sol, tantas cosas que tienen que suceder para que podamos existir, que ninguno de nosotros puede controlar. ¿Qué pasaría si Dios permitierá que un asteroide impactará nuestro planeta? ¿Qué pasaría si la gravedad de repente dejara de funcionar como tal? ¿Y si dejara de llover? ¿Qué podríamos hacer al respecto? Nada. Y ¿Qué pasa cuando el corazón de una persona sencillamente deja de latir? Todo subsiste por la gracia y la misericordia de Dios, porque de nuevo, Dios no nos debe nada.

Y finalmente, ¿Cuál es la mayor gracia o la misericordia que le debemos a Dios (porque el existir y subsistir aquí y ahora no tiene asunto si un día termina todo para una persona)? La oportunidad de la salvación, lo que Dios hizo a través de Su Cristo en la cruz del calvario. Mas grande gracia y misericordia no existe, porque todos merecemos morir eternamente por nuestros pecados, porque escrito esta: Porque la paga del pecado es muerte… Romanos 6:23ª. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3:23. Alguien puede que diga: Suena duro a que tengamos que morir eternamente por nuestros pecados. Pensemos por un momento en la injusticia que se comete en contra de Dios. Establecimos todo lo que Dios nos regala a diario, y no solamente no se le agradece, sino que se usa para mal todo, para ofenderlo, para no reconocerle ni agradecerle como tal. ¿Es justo que el ser humano le devuelva mal a Dios por todo el bien que le hace? ¡No! Por lo tanto, el pecar, sea poco o mucho merece el castigo eterno porque ofende al Dios eterno. Pero, bendito sea Dios que es muy misericordioso, como está escrito: Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Tito 2:11. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Juan 3:16-17. Si no fuere por Dios, no tendríamos ninguna esperanza. Pero El nos da la oportunidad de la salvación a través de Su unigénito Hijo, el Señor Jesucristo. Esta vida y todo lo que tenemos en ella es un regalo, pero nada se compara al regalo de la vida eterna, ni nuestro mejor o peor día aquí y ahora se compara a la vida eterna que nos espera a todos nosotros que escogemos amarle y temerle, porque así es que legítimamente se obtiene la misericordia de Dios. Así que, ¿Entiendes y agradeces Su misericordia, la que ha puesto a tu alcance libremente? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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La promesa del reposo - Hebreos 4:1-13

Basado en Hebreos 4:1-13 (Versión Reina Valera 1960)  

Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Si leemos bien este pasaje, y claro, apoyados por tantos otros lugares en las Escrituras, entenderíamos que existe en cada ser humano el libre albedrio y la capacidad de la fe. Estas cosas vienen con cada ser humano como parte de nuestra semejanza con el Altísimo, como creación suya. Cada persona, hasta los niños, tienen la capacidad de escoger y de tener fe. Y como tal, las cosas de Dios son también así de sencillas. Porque Dios mismo dijo que teníamos que hacernos como niños para poder entrar en el reino de los cielos.

Puede que pregunten: ¿Qué tiene que ver la fe y el libre albedrio con la promesa de reposo que leímos al comienzo? ¡Todo! Leímos que tanto los discípulos del Señor, como las personas que precedieron a los discípulos, antes que viniera el Señor a nacer en esta tierra, y ahora nosotros, todos hemos sido expuestos al Señor, y que sí hay reposo cuando tenemos una fe genuina. Desde el principio ha habido esa oportunidad, desde Adán y Eva, cuando el Señor cubrió su desnudez al hacer el primer sacrificio para expiar sus pecados. Enoc camino con Dios, y de tal manera que un día, Dios se lo llevo con El físicamente. Noé condenó al mundo entero con su fe, porque le creyó a Dios. ¿Qué podemos decir de Abraham, el padre de nuestra fe? ¿Y qué de David, de donde Dios mismo iba a dar a Su Mesías, porque tenía que ser Hijo de David? Y claro, tenemos a todos los apóstoles y los discípulos que estuvieron con el Señor, y todos los que les siguieron después, que ya no están aquí en este mundo, sino que están aguardando ese gran día cuando todos los que amamos al Señor entremos en Su eterno reposo. Todos usaron su libre albedrio para escoger poner su fe plenamente en Aquel que reina por toda la eternidad. Y muchos de ellos escogieron creer de tal manera, que, aunque no vieron las maravillas de Dios en su vida, estimaron ser más digno morir por la fe en Cristo que negar tal fe y preservar sus propias vidas, como está escrito: Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:36-40. Pero desgraciadamente, también leímos que hubo (y habrán) aquellos que no alcanzarán tal reposo de Dios porque, aunque recibieron la Palabra, no hubo fe, y eso no sucedió porque les faltaba las aptitudes, por decir, sino porque escogieron no creer. El poder alcanzar el reposo de Dios tiene todo que ver con el libre albedrio y la fe.

Ahora bien, ¿de qué se trata este reposo que Dios ofrece? Esto dice la Palabra: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Apocalipsis 21:1-5. El lugar que Dios tiene preparado para aquellos que le aman no tiene nada que ver con dormir por una eternidad. Los muertos en Cristo duermen al momento, pero un día serán despertados para que todos juntos, los que todavía vivimos y los que murieron antes, seamos todos juzgados, y a los que Dios tenga por dignos de entrar en Su reino, esos somos los que entraremos en Su reposo eterno. Y el reposo de que habla el pasaje consta del descanso del pecado y de todo lo que el pecado acarrea; la tristeza, las enfermedades, los dolores, la soledad, en fin, hasta la muerte. Dios va a terminar con todo el mal algún día, posiblemente no muy lejano de hoy, y viviremos eternamente y para siempre con El, en un reino único y eterno, y lo más importante de todo, donde ya no existirá más el pecado.

Entonces, ¿Qué hay que hacer para entrar en ese reposo eterno, en el reino de Dios? Debemos usar nuestro libre albedrio para poner nuestra completa y total fe en el Señor, y estimar al Señor más que a nuestras propias vidas, porque El lo vale, es digno de eso y de mucho más. Y la fe consta no de palabras, sino de obras, de servicio, de esmero, de sacrificio, de todas las cosas que están sujetas a nuestro libre albedrio. Por eso que dice la Palabra: Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5. Dios no va a dejar entrar en Su reino, en Su descanso, a personas que no buscan hacer Su voluntad. ¿Por qué? Porque es demasiado grandioso lo que nos espera. La promesa es algo que va mucho más allá de nuestra capacidad de poder entender. Y si no podemos serle fiel aquí y ahora, en lo poco, ¿Cómo podremos recibir cosas mucho mayores que estas? Como dice la Palabra: El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Lucas 16:10-11. La promesa del reposo eterno en Dios tiene mucho más valor que cualquier cosa que podamos tener aquí, y supera cualquier dificultad que estemos pasando en este momento (porque este mundo es un momento comparado a lo infinito de la eternidad). Así que, ¿Escoges estimar más lo que Dios tiene reservado para aquellos que le aman en la eternidad que este mundo temporal e imperfecto? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!

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Orden y obediencia - 2 Samuel 2:1

Basado en 2 Samuel 2:1 (Versión Reina Valera 1960)  

Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón.

¿Nos puede hablar hoy Dios como habló con David? Y la respuesta es: Sí. Es más, Dios nos está hablando personalmente a cada uno de nosotros todo el tiempo, desde que nace el sol, hasta que se pone, y toda la noche, y hasta a veces en nuestros sueños. Dios nos está hablando siempre y a través de distintas cosas y personas. Ahora mismo, en este mismo momento, no soy yo el que hablo a través de estos pensamientos, sino es parte de la inspiración del Espíritu Santo a través de mi persona como Dios te está hablando en este mismo momento. Dios nos habla siempre.  

Entonces, puede que pregunten algunos, ¿Por qué siento que El no habla conmigo? O, quede sin entender cómo es que Dios me habla. El problema no está en que Dios no nos habla, porque ya establecimos que El lo hace a cada momento. El asunto es que, si una persona no se da cuenta que Dios le está hablando, entonces no es de Dios el asunto, sino más bien, el fallo está en la persona no poder escuchar o prestarle atención a Dios. Ese es más bien el problema de porqué la gran mayoría de las personas no pueden escuchar a Dios, porque no están prestándole atención, pero, sobre todo, porque su vida no está en orden con el Señor. Cuando una persona no tiene su vida en orden delante de Dios, sencillamente Dios le puede estar hablando a cada momento, pero no va a poder escucharle ni percibir cuando lo hace. Ese es el problema. El problema nunca es el Señor. El problema siempre reside en el hombre, por su pecado, por no tener su vida en orden delante de Dios.

Ahora bien, ¿Cómo es que David pudo tener hasta diálogos con Dios? Si vemos la vida de David, especialmente en sus mejores momentos, David tenía su vida en orden delante del Señor. Por eso es que esto podía pasar, porque Dios obviamente la hablaba, pero la dinámica era distinta. Dios le hablaba a cada momento, pero David buscaba esa comunión con Dios, hasta al punto de preguntarle qué hacer y no hacer. ¿Qué nos enseña esto? Lo primero es que David había establecido una relación con el Señor. No solamente David creía en el Señor, sino que le buscaba, y a través de esa búsqueda, le obedecía a Dios. Lo que había en la vida de David eran dos cosas basadas en la fe, y otra que es la principal como raíz. Las dos cosas eran: el orden y la obediencia, y debe tener esa prioridad, o sea, primero el orden y después la obediencia.

¿De qué consiste el orden? Lo primero, es reconocer al Señor como tal, y para esto no se necesita ser perfecto, porque David nunca fue perfecto, en el sentido de que cometió pecados. El era pecador. Pero eso nos debiera dar mucha esperanza, porque ninguno de nosotros somos perfectos, o estamos sin pecado. Así que, podemos establecer que el estar libre de pecados no es requisito para poder tener comunión con Dios. Y allí comenzamos a ver la maravillosa gracia de Dios. Pero ahondemos en el orden. El orden en nuestras vidas consiste de no solamente reconocer al Señor, sino de poner nuestras vidas en el orden que El desea. Por lo tanto, El debe ser más que Salvador en nuestras vidas, El debe ser Señor. De eso consta reconocerle como lo que es. Debe ir mucho más allá de simples palabras. Debe ser algo que prácticamente y literalmente sucede en nuestras vidas. Y eso solamente puede suceder con algo muy preciso, con el total arrepentimiento y conversión de pecados. Ese es parte del primer paso para establecer el orden. Dios permite que nos acerquemos a El tal como somos, pero con la condición de que tomemos una decisión plena de dejar atrás todos nuestros pecados, sin justificaciones, sin reservaciones. Debe ser una conversión al 100%. Esto dice la Palabra: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9. Esta es la única manera de poder comenzar a poner nuestras vidas en orden delante de Dios, porque el Señor no va a entrar en un corazón que no se ha arrepentido y convertido de todo pecado. Y esto es uno de los graves problemas hoy dentro del cristianismo, que la mayoría no logra nacer de nuevo porque no hay un arrepentimiento completo, y por lo tanto, no entra el Espíritu Santo en una persona. Es imposible. El Señor nos acepta como somos, pero no podemos quedarnos en esa condición. La condición de nuevo que hay que cumplir es el arrepentimiento para que el Señor entre en nuestras vidas. Y el segundo paso que se necesita para establecer orden en nuestra vida, después del arrepentimiento completo, es pedirle a Jesús que sea no solo nuestro Salvador, sino aun más, nuestro Señor, y que tome el lugar principal de nuestras vidas. El cumplimiento del orden en nuestras vidas es que el Señor debe ser literalmente el Señor de nuestras vidas. ¿Por qué? Porque la autoridad suprema del universo debe ser autoridad en nuestras vidas también, sin excepciones y condiciones. Este es el orden de las cosas, nuestras vidas deben entrar en el orden natural del universo. Hasta el diablo debe sujetarse a Dios, entonces, ¿cómo no nosotros, y para salvación?

Entonces, después que se establece el orden en nuestras vidas, debe venir lo siguiente, la obediencia. Ahí es que viene el lado práctico de la fe, que sencillamente debemos buscar la voluntad de Dios y cumplirla. Esto era lo que estaba haciendo David en el pasaje que leímos. David le preguntaba al Señor porque genuinamente deseaba hacer Su voluntad. La obediencia es algo critico y que debe ser parte de la vida de cada creyente. Esto dice la Palabra, por ejemplo: Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. 1 Samuel 15:22-23a. Este es otro grave problema que existe, que la gran mayoría de los creyentes buscan de Dios para que Dios les conceda sus peticiones, pero no para hacer la voluntad de Dios. Y esto también retiene a muchas personas de ser salvas. Sé que se repite muchas veces este versículo, y se seguirá repitiendo hasta que Dios diga y que el pueblo entienda: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. Así que, sencillamente, absolutamente nadie tendrá acceso al reino de Dios si no ha hecho la voluntad de Dios con su vida. No se puede decir mas claro. Entonces, la obediencia a Dios para hacer Su voluntad es un requisito para poder tener acceso al reino de Dios.

Y como fin, ¿en qué debe culminar el orden y la obediencia? En amar al Señor. Todo debe llevar al primer mandamiento, que debemos amar al Señor con todo lo que somos. David amó al Señor incondicionalmente, y de tal manera que el unigénito Hijo de Dios, el Mesías, había de ser llamado: Hijo de David. Entonces, ¿está tu vida en orden delante de Dios? ¿Estás obedeciéndole al Señor? Y finalmente, ¿amás al Señor por sobre todas las cosas? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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No confíes en ti mismo - Juan 13:18-30

Basado en Juan 13:18-30 (Versión Reina Valera 1960)  

No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A este, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. Él entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquel es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche.

En el mundo, y aún dentro de lugares donde se dice creer en Dios, se enseña que uno debe confiar en si mismo. Se nos alienta a poner nuestra confianza en nuestras aptitudes, en nuestros sentimientos, y hasta en nuestro corazón. Pero si leemos la Palabra de Dios, el consejo de Dios es todo lo contrario. Y claro, no debiera ser sorpresa porque el mundo está totalmente en contra de Dios, porque el mundo y todo lo que en él hay sigue al príncipe de este mundo, a Satanás. Y por desgracia, hay mucho del mundo dentro de nuestras iglesias y congregaciones, especialmente en el liderazgo. Por eso es que esta idea de confiar en uno mismo está en realidad en todas partes. Pero, esto es un grave error, y tal es el error de confiar en sí mismo que muchos no alcanzarán la salvación de Dios, precisamente por este problema.

Para comenzar, podríamos hablar de Judas Iscariote, que confiaba en sí mismo de tal manera que hasta vendió al Hijo de Dios. Unos dirían: Pero Satanás entro en él, y por eso que hizo lo que hizo. Y sí, el enemigo entro en él, pero fue porque Judas permitió que reinaran los deseos de su carne en sí mismo. Satanás no forzó su entrada en su corazón, sino que él lo dejo entrar, porque sus deseos no estaban con el Señor, sino en otras cosas. Pero por desgracia, Judas no fue el único que confiaba en si mismo. También los discípulos cometieron ese error. Claro, no al punto que lo que hizo Judas, pero también fallaron, porque también confiaron en si mismos. Esto nos dice la Palabra, por ejemplo: Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo. Mateo 26:31-35. Todos los discípulos tenían buenas intenciones, y se comprometieron con esas buenas intenciones, pero fracasaron porque, aunque habían creído en el Señor, todavía no se habían desprendido de sí mismos, no habían puesto al Señor donde debiera haber estado en sus corazones, como el Señor de sus vidas. Ese fue el error. Ahora, algunos dirán: Se tenía que cumplir la Palabra, y por eso que le abandonaron cuando le arrestaron. Y sí, es verdad, pero todas las cosas ocurren como complemento entre lo que Dios dice y lo que está dentro de una persona. Dios no fuerza a nadie. Y el diablo tampoco fuerza a nadie. El hombre fue creado con libre albedrio. Por eso que las cosas se cumplen, para bien, o para mal, porque todo es un complemento de cosas. Si no fuere así, entonces el juicio de Dios no tendría propósito. Pero Dios nos juzgará por nuestros hechos.

Pero el asunto es que todo está escrito en la Palabra para que aprendamos, para que no repitamos los mismos errores, para que usemos nuestro libre albedrio sabiamente, sabiendo que daremos cuentas algún día delante del Dios Todopoderoso. Esto mismo dice la Palabra: Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 1 Corintios 10:1-12. Entonces, la enseñanza debe ser clara, que no debemos confiar en nosotros mismos, ni en nuestras intenciones, ni en nuestros sentimientos, ni menos en nuestras habilidades. Nunca podemos sentirnos firmes en nosotros mismos. ¿Quiénes más que los discípulos pudieran haber confiado en sí mismos, si habían dejado todo por seguir al Señor, sus hogares, sus familias, sus trabajos, absolutamente todo por seguir a Cristo? Pero ya sabemos el resultado del error, porque todos, sin excepción abandonaron al Señor, e inclusive Pedro, el que le había confesado como el Cristo, el cual llego hasta negarlo, tal como el Señor se lo dijo.

Entonces, si no podemos confiar en nosotros mismos, ¿entonces en quien debemos confiar? Esto dice Dios: Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Jeremías 17:5-8. Toda nuestra confianza y fe debe estar solo en el Señor Todopoderoso, y en nadie más. Todos somos carne todavía, nosotros mismos, nuestros seres queridos, nuestras amistades, todos tenemos esta naturaleza caída y falible. Y ya vimos que, aunque puede que hallan muy buenas intenciones, cualquiera puede fallar, y te vas a fallar hasta a ti mismo incontables veces. Pero, el único inconmovible es Dios. El es la Roca Eterna, el que permanece inconmovible por todos los siglos de los siglos; el que era, es, y que ha de venir. El nunca te fallará. Y aunque parezca que El falla, El posiblemente está ejerciendo Su obra más grande, pero sencillamente no la puedes ver todavía. Por lo tanto, y por tu propio bien, pon toda tu fe en el Señor y no traigas la maldición sobre ti mismo al confiar en ti mismo o en los demás. Así que, ¿Dónde está tu fe? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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La necesidad de arrepentimiento y conversión - Lucas 13:1-5

Basado en Lucas 13:1-5 (Versión Reina Valera 1960)  

En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

¿Son menos pecadores los que reciben aparentemente más bendiciones que los demás, los que viven mejores estilos de vida? ¿Son más pecadores los que sufren más en este mundo? ¿Reciben mejores cosas ciertas personas porque tienen más fe que otros? ¿Tienen menos fe las personas que tienen más desafíos en esta vida? ¿El que muere de hambre en el África (aunque hay muchos en el mundo que mueren por hambre a diario) es menos digno de la bendición de Dios, que los que tenemos el refrigerador lleno de comestibles? O ¿el niño que está muriendo de cáncer tiene menos derecho a la vida que un atleta que vive una vida de lujos porque puede practicar un deporte con una salud excelente? El Señor respondió a estas preguntas a través de este mismo pasaje que leímos. Ahondaremos en el asunto un poco más para poder llegar a una mayor comprensión, porque es apremiante entender lo que Señor dijo.

El asunto es que nadie es mejor que otra persona delante de los ojos de Dios. En relación con el pecado, todos somos pecadores. Aún inclusive, todos los que hemos venido a Cristo para salvación seguimos siendo pecadores. La única diferencia entre el inconverso y el que ha recibido al Señor es que ha recibido la misericordia de Dios, pero seguimos siendo pecadores. Esa es la realidad. Y el asunto de que, si le va bien a una persona o no en esta vida no tiene en realidad nada que ver con la fe, ni con el pecado, ni nada así. Hay algo más allá, algo más profundo. Por lo tanto, no es la voluntad de Dios que nosotros pensemos que hay algún tipo de conexión entre la manera que vive una persona en esta vida a la fe o el perdón de pecados. Por eso que estos evangelios de prosperidad y sanidad son completamente ajenos a la verdad de Dios. Y cuidado, lo que una persona toma como bendición de Dios, como un premio por su fe y conducta, puede ser la obra del enemigo para mantenerlo en un camino oscuro que va directo a la perdición. Hay que tener mucho cuidado cuando las cosas van muy bien porque es muy probable que sean concesiones del enemigo y no bendiciones de Dios cuando se vive una vida de desobediencia.

Entonces, ¿Qué es a lo que el Señor quiso llegar con esta enseñanza? Todos, cada persona, debe estar consciente que nadie es mejor que nadie, y que todos, sin excepción, debemos vivir vidas en completo arrepentimiento y conversión, y que, si vives una vida mejor, por decir, no tiene nada que ver con tu espiritualidad. Esto por ejemplo también enseñó el Señor: A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Lucas 18:9-14. Por lo tanto, siempre debe haber un espíritu de arrepentimiento y conversión en nosotros, y como parte de ese arrepentimiento y conversión, y por virtud que le debemos todo a Dios, comenzando por Su gracia a través del Señor Jesucristo, debemos servir a Dios, y dejar de servir al pecado. Este consejo también da la Palabra: ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Romanos 6:15-22. Por lo tanto, cada persona, especialmente los que hemos llegado al conocimiento de la salvación de Dios, sea que tengamos una buena vida o una mala vida, debe buscar la voluntad de Dios y hacerla, porque es demasiado lo que le debemos, y para esto fuimos creados y hechos, y ahora a través de Cristo, redimidos, para el servicio a Dios. Porque esto también dice la Palabra: …porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. Lucas 12:48b.

Uno que entendió muy claramente este asunto fue el Apóstol Pablo, y por eso lo explicó a través de la inspiración del Espíritu Santo. Esto enseñó como tal: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14. Pablo nunca pensó que ya había llegado a la meta hasta el momento que vió su fin muy cercano. ¿Cuándo uno llega a la meta del Señor? Cuando mueres, porque después de eso, ya no queda más por hacer, en lo que se refiere a nuestros hechos. Y después de la muerte, viene el juicio de Dios donde cada uno de nosotros dará cuenta de lo que hicimos, como está escrito: Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Hebreos 9:27. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 2 Corintios 5:9-10. Por lo tanto, si una persona solo piensa en las cosas de esta vida, y que algo tienen que ver esas cosas con la fe, el perdón de Dios, y lo que tienes o no ahora, ni siquiera ha comenzado la carrera. Y si permanece en esa manera de pensar, aunque piense creer en Dios y en Cristo, no llegará a la vida eterna. Esto dice la Palabra: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21. ¿Cuál es la voluntad del Padre? Que nos arrepintamos y nos convirtamos de todos nuestros pecados continuamente para que le podamos ser útiles a El en esta vida, sea cual sea nuestra condición. ¿Entiendes que la gracia de Dios tiene como fin que dejes atrás el pecado y que cumplas el propósito de Dios en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Tenemos una mayor esperanza que este mundo - Lucas 6:20-26

Basado en Lucas 6:20-26 (Versión Reina Valera 1960)  

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas. Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.

¿Debemos poner esperanzas en este mundo si somos seguidores de Cristo? ¿La vida del creyente tiene que ser difícil ahora? ¿Dios no nos ayudará mientras estamos en esta vida? ¿Es necesario pagar con sufrimiento nuestra salvación? Estas son preguntas que me imagino que todos nos habremos hecho o nos seguimos haciendo. Y claro debiera ser, que las respuestas a estas preguntas, y todas las demás preguntas que tienen sentido pueden ser contestadas a través de la Palabra.

Para comenzar, creo que todos sabemos que este mundo no es un lugar perfecto y el pecado lo hace así, tanto los pecados de nuestras generaciones pasadas, desde Adán y Eva, y hasta todos los que estamos ahora, tanto nuestros pecados personales como los pecados de las personas que nos rodean. Por eso que por mucho que no quiera la gran mayoría aceptar que el pecado sí existe, y que sí hace daño, tenemos evidencias muy claras de lo contrario, que el pecado es destructivo y mortífero, que puede producir tanto la muerte física como la peor de las muertes, la muerte espiritual. Hay que tener siempre claro lo que ha producido todos estos males, el pecado y Satanás, porque Satanás es el agente que promueve todo pecado. Entonces, si este mundo está lleno de pecado, no debemos poner muchas esperanzas en esto, porque está completamente corrompido. Pero parte de la esperanza es que todo esto es temporal.

Y esto nos lleva a responder a las siguientes preguntas, de que si nuestra vida como seguidores de Cristo debe ser difícil ahora. La respuesta es sí, porque si estamos con Dios, y seguimos Su voluntad, entonces estamos en contra del pecado y de Satanás, los cuales reinan al momento. Estamos en una guerra en contra del enemigo para desafiar lo que hay hoy para que logremos tener mejores y eternas cosas después de esto. Y esto también responde a la pregunta de que si necesitamos sufrir para obtener la salvación. Ahora, ¿Dios realmente desea que suframos? No. Recuerden que todo lo que Dios hizo fue muy bueno. El pecado lo hecho a perder todo. Recuerden que Dios le dió el mundo entero al hombre al comienzo, pero no le fue suficiente. Engañados por Satanás, el hombre pensó que Dios les estaba escondiendo mayores cosas, y por eso que comió del fruto prohibido, finalmente por hacerle caso a un ser a quien no le debían nada, y desobedecer a Aquel que les había dado todo. Pero, no culpemos tan duramente a Adán y a Eva porque nosotros hubiéramos hecho peor que ellos, porque ellos eran una mejor versión. Nosotros nacimos corrompidos, tal como lo dijo el propio rey David: He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Salmo 51:5.

Ahora bien, ¿Dios nos ayudará mientras tanto? Claro que sí, pero debemos de entender el asunto global y eterno, el que supera lo temporal. El Señor va siempre a buscar nuestro bien, pero mirando hacia la eternidad. Como naturaleza caída, debemos ser restaurados a la semejanza que necesitamos tener para poder heredar lo eterno. Si retenemos nuestra presente semejanza, y claro, nuestra manera de pensar en el presente, no podremos heredar lo eterno, porque lo corruptible no puede heredar lo incorruptible. Porque si eso sucediera, el ciclo de corrupción nunca terminaría. El pecado corrompe todo, y, por lo tanto, no puede ser admitido en los lugares celestiales. Y también, el Señor habla de que tendremos autoridad sobre cosas inimaginables, cosas eternas. Pero, si no estamos ni listos ni preparados para aquello, ¿Cómo nos la dará? Imposible. Es como darle las llaves de un carro deportivo de lujo a un niño de un año. Si aún pudiera encender el auto, ¿Qué crees que haría un niño que ni tiene la estatura, ni la habilidad, ni el conocimiento, ni nada de lo que necesita para poder conducir algo así responsablemente? Entonces, para el Señor, el prepararnos para el reino venidero siempre va a tener prioridad sobre lo que pensemos que necesitamos o queremos aquí y ahora. Hay que ver las cosas de ese punto de vista. Nuestra vista y entendimiento es increíblemente corta y limitada, y por eso hay que sencillamente dejarse llevar por El, y buscar hacer Su voluntad en todas las cosas. Entonces, el Señor siempre nos va a ayudar, pero en el contexto de nuestro mayor bien, y no solamente de nuestro bien individual, sino el bien de todo lo que nos rodea.

Y esto nos lleva a nuestro último punto. Ya que Dios siempre está pensando en la vista universal, El no solamente tiene tu bien en mente, sino también, el bien de todos los que te rodean. El ser Dios no es fácil, y bendito sea El que El es el que desempeña esa función, por decir. Piénsenlo de esta manera. ¿Se imaginan tratar de ordenar el curso de más de 7 billones de personas a la misma vez, y de pensar en los que vienen después, y con un enemigo con un ejército maligno que solamente busca sabotear y cambiar lo que Dios desea hacer, y en un mundo totalmente corrompido, que está destinado para una cierta destrucción? Es imposible pensarlo. Pero, no obstante, y dentro de todos los desafíos, lo que El más trata de hacer es de darle la oportunidad a todo un mundo de conocer el camino a la salvación, para un mayor y eterno bien. Esto finalmente nos aconseja la Palabra en cuento a vivir en un mundo lleno de maldad y pecado: Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. 1 Pedro 3:10-17. Así que, ¿tienes tus ojos puestos en El que supera todo lo presente? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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Dios es grande en misericordia, pero su misericordia tiene un limite - Nahum 3

Basado en Nahum 3 (Versión Reina Valera 1960)  

¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña, sin apartarte del pillaje! Chasquido de látigo, y fragor de ruedas, caballo atropellador, y carro que salta; jinete enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cadáveres; cadáveres sin fin, y en sus cadáveres tropezarán, a causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos. Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos, y descubriré tus faldas en tu rostro, y mostraré a las naciones tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza. Y echaré sobre ti inmundicias, y te afrentaré, y te pondré como estiércol. Todos los que te vieren se apartarán de ti, y dirán: Nínive es asolada; ¿quién se compadecerá de ella? ¿Dónde te buscaré consoladores? ¿Eres tú mejor que Tebas, que estaba asentada junto al Nilo, rodeada de aguas, cuyo baluarte era el mar, y aguas por muro? Etiopía era su fortaleza, también Egipto, y eso sin límite; Fut y Libia fueron sus ayudadores. Sin embargo ella fue llevada en cautiverio; también sus pequeños fueron estrellados en las encrucijadas de todas las calles, y sobre sus varones echaron suertes, y todos sus grandes fueron aprisionados con grillos. Tú también serás embriagada, y serás encerrada; tú también buscarás refugio a causa del enemigo. Todas tus fortalezas serán cual higueras con brevas, que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer. He aquí, tu pueblo será como mujeres en medio de ti; las puertas de tu tierra se abrirán de par en par a tus enemigos; fuego consumirá tus cerrojos. Provéete de agua para el asedio, refuerza tus fortalezas; entra en el lodo, pisa el barro, refuerza el horno. Allí te consumirá el fuego, te talará la espada, te devorará como pulgón; multiplícate como langosta, multiplícate como el langostón. Multiplicaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo; la langosta hizo presa, y voló. Tus príncipes serán como langostas, y tus grandes como nubes de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido el sol se van, y no se conoce el lugar donde están. Durmieron tus pastores, oh rey de Asiria, reposaron tus valientes; tu pueblo se derramó por los montes, y no hay quien lo junte. No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?

La ciudad de Nínive (de la cual profetizo el profeta Nahum en este pasaje) tiene gran significado, porque se puede ver como Dios lidia con nosotros, como puede llegar a tener misericordia, como también, puede llegar al castigo y hasta a la destrucción completa cuando se abusa de su gran misericordia. Este es uno de los grandes errores que hay dentro del pueblo de Dios, que piensan que Dios solo es amor y que todo lo soporta, y que nunca lidiara con el pecado, especialmente cuando hay reincidencia o practica de pecado. Dios es amor, pero también, es fuego consumidor, y El no tolerará el abuso de su misericordia. La Palabra dice: Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia. Salmo 103:8. Pero, eso no quiere decir que nunca vendrá su ira, y que su misericordia no tiene límites. Hay un limite a su misericordia. Por eso que no solo hay que amar al Señor, sino también, hay que temerle.

Para poder entender un poco mas este asunto, lo podemos ver muy claramente a través del pueblo de Nínive. El Señor tuvo gran misericordia del pueblo de Nínive a través del profeta Jonás. Dios envió a Jonás para darle una oportunidad a Nínive. Si recuerdan la historia, Jonás fue llamado por Dios a profetizar en contra de Nínive, y Jonás rehusó obedecer al primer llamado. Y Dios permitió que se levantará una gran tempestad cuando Jonás huía de su responsabilidad en un barco rumbo hacia Tarsis, yendo todo lo contrario de Nínive. Y los marineros pidieron saber porque vino la tempestad cuando veían que iban a morir, y la suerte cayó sobre Jonás. Y allí Jonás les confesó que era su culpa, y les pidió que fuere echado al mar donde después se lo trago un gran pez, que el Señor había preparado para él. Y después de tres días, cuando Jonás se arrepintió, el pez vomito a Jonás, y allí emprendió su camino de nuevo a Nínive donde les predico y ellos se arrepintieron de sus pecados delante del Señor, y el Señor tuvo misericordia de ellos. Todo eso permitió el Señor, porque a pesar de que les había profetizado destrucción, ellos se arrepintieron y El tuvo misericordia de ellos, y no los destruyo. Pero ¿Por qué tuvo misericordia de Nínive, a pesar de todos los males que habían hecho? Dijo así el Señor a Jonás: ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales? Jonás 4:11. El Señor tuvo misericordia de su ignorancia, no entendían bien los males que hacían, y aún menos, que estaban ofendiendo a Dios directamente.

Ahora, para poder entender el punto más claramente, hay que entender los tiempos. Se estima que el profeta Jonás le predico a Nínive y ellos se arrepintieron delante del Señor durante el reinado de Jeroboam, entre los años 780 y 750 AC. Se estima que el profeta Nahum escribió su profecía en contra de Nínive entre los años 615 y 612 AC. Y el imperio Asirio y su capital Nínive fue destruida en el año 612 AC por los Medos y los Babilonios, y nunca recobró su significancia después de eso. Y esta profecía que escribió el profeta Nahum se cumplió hasta el mas menor detalle. Hubo un periodo de muchas décadas entre su arrepentimiento y su reincidencia al pecado, y en la culminación de su destrucción. ¿Fue Dios misericordioso? Si. Su ira tardo, y fue grande en misericordia. Pero, hubo un límite. El pueblo de Nínive no paro su desvarío a tiempo. Pensó que podía seguir y seguir, reincidir en sus pecados sin ninguna consecuencia. Pero, eso no fue así. Nunca se puede abusar de la misericordia de Dios. Dios da oportunidades, y nuevas son cada mañana sus misericordias, pero, El tiene un límite.

Así que, ¿Qué es lo que debemos entender en todo esto? El Señor tiene misericordia cuando se ignora Su verdad, cuando una persona no sabe bien como esta ofendiendo a Dios con sus pecados. Pero, ya cuando una persona si ha sido expuesta a la Verdad del Señor, y reincide en sus pecados vez tras vez, puede llevar a la misericordia de Dios a sus límites, y puede venir el castigo repentinamente, cuando uno menos los espere. La práctica del pecado no quedará impune. Por lo tanto, el mas excelente consejo que se puede dar es este: Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? Joel 2:12-14. Y también dicen las Escrituras: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Isaías 55:8. Si conoces la Verdad, y estas practicando el pecado, es tu decisión dejarlo atrás, y terminar con aquello antes que sea muy tarde. Se cree que el mismo año que profetizo Nahum sobre Nínive fue cuando se cumplió su profecía y vino el castigo de Dios. Dios no espero casi nada después de haber dado el aviso. Así que, vuélvete al Señor con todo tu corazón mientras aún hay tiempo. Su llamado es para hoy. ¿Para qué llevar la misericordia de Dios más allá de sus límites? ¡Qué el Señor les bendiga! John. ¡Apoya a Israel! ¡Ora por Israel! ¡Dios bendecirá a los que bendicen a Israel!

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