Basado en 2 Corintios 5:12-21 (Versión Reina Valera 1960)
No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Como cristianos, ¿debemos seguir el curso del mundo, o nuestro propio curso, o seguir a Cristo? Para poder razonar cual es el que más nos conviene, debiéramos ver que es lo que en realidad ganamos con cada uno. Pero primero, hay que contemplar el aspecto del tiempo, porque eso es lo que ayuda a entender el valor de las cosas. Contemplando el beneficio de algo y para “cuando” es útil nos ayudará aún más a entender lo que realmente vale la pena. La gran mayoría de las personas, e inclusive, la mayoría de los supuestos creyentes viven para el mundo presente, por el aquí y el ahora. Puede que muchos creyentes nieguen este hecho, pero su propio estilo de vida y hasta sus oraciones reflejan o toman en cuenta más el presente que lo eterno. Es más, la gran mayoría de los creyentes vienen a Dios solo para poder resolver sus problemas y necesidades presentes, y hasta allí llega el asunto. No hay una mira, ni un sentir, ni un propósito para lo eterno, solo para el presente. Y la Biblia dice esto al respecto: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 John 2:16-17. El mundo presente, especialmente nosotros mismos solo duraremos cierto tiempo, y esto nos lleva a nuestro próximo punto.
Todo en esta vida tiene una fecha de expiración, por decir, o cierta duración, e inclusive nosotros mismos. Nada de lo que esta basado en este mundo temporal y pasajero durará para siempre. El dinero pierde su valor o cambia de forma. El poder humano hoy es y mañana será otra cosa. En referente a la fama, una persona puede estar en la cima hoy, y mañana, volverse en un ser desconocido e insignificante a los demas. Y ¿qué podemos decir de nuestros años aquí? ¿Cuánto es que dura esta vida? La Biblia dice: Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años… Salmo 90:10a. Esto es lo que pasa en general, y hay ciertas excepciones, pero serán acaso unos pocos años más, en algunos casos. Y por esto mismo que ni siquiera nuestras relaciones más significativas duran mucho. Por naturaleza, los padres casi siempre parten primero. Y hay mas circunstancias hoy donde los hijos parten antes que los padres. Y en los casados, siempre parte uno antes que el otro, y a veces dura un matrimonio varios años, pero otros menos. Pero, todo matrimonio enfrenta más tarde o más temprano una separación.
Habiendo dicho esto, veamos ahora este asunto. ¿Vale la pena seguir el curso del mundo, o hasta nuestro propio curso? Ya que hemos visto que todo en esta tierra pasa, y que lo que mas puede durar algo es el largo de nuestra vida, pero que todo esto tiene su fin, ¿Podremos justificar el seguir la voluntad del mundo, o hasta nuestra propia voluntad? ¿Tiene sentido o lógica poner tanto enfoque en un mundo que hoy es y mañana es otra cosa, y nuestras propias vidas que pasan cambiando hasta que llega a su final? ¿Qué ganamos del mundo o de hacer las cosas a nuestra manera? Podremos tener ciertos beneficios, y hasta gozar de ciertas cosas en el presente si luchamos por obtenerlas, pero ¿Cuánto dura? Y, ¿Existe algo en este mundo que nos asegure la eternidad? Podemos concluir que ni este mundo, ni aún el hacer nuestra propia voluntad tiene algún valor, ni aporte para el futuro, sino solo Dios. Y esto nos lleva a la conclusión, la cual espero que sea vuestra conclusión también.
El Apóstol Pedro hizo esta declaración: Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Juan 6:68-69. Esta es la realidad que verdaderamente vale la pena, especialmente considerando la realidad de que existe una eternidad, y que solo el Señor es la respuesta para poder obtener esa realidad. No hay nada en este mundo que pueda darnos esto. Y es imposible que nosotros lo podamos conseguir por nosotros mismos, hagamos lo que hagamos. Por lo tanto, ¿De qué sirve estar enfocado tanto en el presente, y dedicarse solo a lo temporal? Y ¿Para qué dedicarse a cosas que solo duran cierto tiempo? El Apóstol Pablo dijo lo siguiente: Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Filipenses 3:7-8. Y como resultado de esto mismo, también dijo esto: Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Romanos 14:7-9. Cristo vino a cambiar el curso de nuestras vidas, para que ya no nos enfoquemos en lo temporal, en lo pasajero, en lo que no sirve para la eternidad. ¿Por qué? Porque nada de esto nos ayuda para la eternidad. Podemos pedirle ayuda a Dios por nuestras necesidades, pero consideremos esto: El Señor resucitó a Lázaro de los muertos, lo cual constituye el milagro más grande que físicamente se puede hacer. Pero Lázaro no está vivo hoy físicamente, sino que murió después. Entonces, si hasta algo tan grande como la resurrección física también no dura para siempre, ¿De qué sirve entonces enfocarse tanto en aquello? Y si la resurrección física es mas significativa que un trabajo, o una casa, o los bienes materiales, etc., entonces, ¿Tiene algún sentido ponerles tanta atención a estas cosas, y aún peor, buscar de Dios solo para resolver cosas temporales? Esto dijo el Señor: Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. Lucas 9:23-24. Si cambiamos de curso, y decidimos vivir para Cristo, tendremos lo más preciado, lo que vale más la pena que todo lo que podamos imaginar. Pero, si no decidimos cambiar de curso, y seguimos viviendo para hacer la voluntad del mundo, o nuestra propia voluntad, perderemos lo presente algún día, y peor, perderemos lo eterno, y no hay otra oportunidad después. Hoy es la oportunidad. Mañana es incierto. Así que, ¿ha cambiado tu vida de curso, para seguir a Cristo, o sigues el curso que solo te llevará a la perdición eterna? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!