Basado en Mateo 26:1-5 (Versión Reina Valera 1960)
Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Dios tiene un grave problema con la religiosidad y claro, por razones muy prácticas y justas. Cuando una persona sigue más bien una religión, el asunto se convierte más en prácticas y ritos que en lo que Dios realmente desea, una relación íntima y genuina. La intención de Dios nunca ha sido de darle una lista de reglas al hombre con el fin de darle algo que hacer y nada más, sino algo mucho más allá, de poder disfrutar una relación estrecha y personal con cada uno de nosotros. Y Dios solo nombra las cosas como mandamientos o preceptos para poder dar instrucción, como lo que debe hacer un padre con un hijo. La instrucción de Dios es sinónima con su amor, porque El nos desea lo mejor.
El Señor no tuvo ninguna contemplación con la religiosidad. El demostró Su misericordia para con el pecador, aún con aquellos que eran detestables en la sociedad, con la prostituta, con el endemoniado, y hasta con el ladrón. Pero cuando trataba con los religiosos, tan sencillamente no los podía tolerar. Esto por ejemplo leemos: Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben. Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis. ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán, para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación. !Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. Lucas 11:37-52.
¿Cuál es en fin, el problema que tiene Dios con la religiosidad? Que va mano en mano con la hipocresía. Esto también está escrito: Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas. Marcos 7:6-13. Este es el más grave problema con la religiosidad, porque sencillamente inspira solo una hipocresía muy profunda que se arraiga hasta el alma del hombre, y convierte lo santo en profano, y la vida en muerte. Se pierde todo el enfoque que Dios desea. Y se toman las cosas de Dios para dar solo la apariencia de algo bueno, tal como lo hace el propio Satanás, que toma la forma de ángel para vender la perdición.
Ahora bien, uno puede tratar de apuntar el dedo a los fariseos y escribas, y decir que la mayoría de ellos eran malos. Y sí, no sería mentira, porque hubo solo dos de los que sabemos que no consintieron ser parte del complot en contra del Señor, los cuales fueron Nicodemo y Jose de Arimatea. Pero ¿Qué ganaban estos principales sacerdotes, escribas, y ancianos del pueblo preocuparse tanto por la pascua y por el pueblo si estaban planeando como matar a Dios mismo? Uno puede decir: Ellos no sabían que era Dios. La verdad es que a ellos no le importaba quien era, ni Sus hechos, ni Su enseñanza, ni las profecías cumplidas en El, todo lo que lo proclamaba ser el Mesías. Ellos lo único que sabían y lo que les importaba era que le tenían envidia, como está escrito: Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. Marcos 15:9-10. El problema está en que cualquier persona puede adoptar la misma actitud que ellos cuando toma las cosas de Dios para solo aparentar algo, pero dentro de sus corazones, están muy lejos de Dios. La gran mayoría de los supuestos creyentes hoy en día crean su propia religión personal, en vez de buscar hacer lo que Dios quiere, lo que el Señor mismo reitero como lo más importante de todo: Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Marcos 12:29-30. Si esto no es el todo de nuestra vida como está escrito, también correremos el riesgo de ser como estos mismos religiosos, que, en vez de apoyar las cosas de Dios, van totalmente en contra de Dios, y también de perdernos como ellos. ¿Que enseña la Palabra? Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3. El amor de que se habla aquí es del amor al Señor. Si una persona no ama al Señor, todo lo que hace se convierte en religiosidad. Por tanto, siempre hay que ver cuál es nuestra intención, y de cambiar la intención a través del Señor si no es lo que debiera ser, porque Dios todo lo sabe y todo lo juzgará. Así que, ¿Buscas amar al Señor como El se lo merece, o tu razón de existir es otra, la cual solo te llevará a tu perdición? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!