Basado en Josué 24:29-33 (Versión Reina Valera 1960)
Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. Y le sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas. Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel. Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José. También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín.
Josué es probablemente una de las vidas más ejemplares en su testimonio de amar al Señor y de hacer Su voluntad. La Biblia habla de él de una manera única, como leímos hoy. Pero, debemos entender algo. Josué era imperfecto, porque finalmente era un hombre. Y no se escribió todo lo que hizo todos los días de su vida, las 24 horas del día. La Palabra nos dice las cosas generales de Josué. Es más, la Biblia no data todo lo que hizo el Señor mismo mientras estuvo aquí en la tierra, por esto mismo escribió el Apóstol Juan: Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. Juan 21:25. El Señor no solo resucitó a unas pocas personas, sino a muchas más. El Señor no solo sanó a ciertas personas, sino a miles de miles. El Señor no solo liberó a ciertas personas de demonios, sino posiblemente a miles también, porque la Palabra sí habla de que pasaba días enteros haciendo todas estas cosas, y claro, enseñando del reino. Muchas cosas pueden pasar en 24 horas. Así que, el propio Dios inspiro a través del Espíritu Santo a sus santos a escribir lo necesario, tanto como del Señor como de este Josué, especialmente las cosas principales en Josué.
Ahora bien, ¿A dónde voy con esto? Que se puede suponer que Josué hizo muchas cosas durante el curso de sus ciento diez años, hizo cosas buenas, y como hombre, tiene que haber tenido sus momentos de imperfección. Como también, dentro de toda la responsabilidad que él tenía, también tenía que cuidar de su familia y de todo lo que tiene que ver con eso, como también de cuidar del bienestar de una nación entera que estaba en tiempo de conquista y en formación. Cuando comienzo a pensar todo el diario vivir de Josué, tiene que haber sido algo increíble. Josué tuvo que pelear guerras durante su vida. Dios le daba la victoria, pero, no obstante, tuvo que luchar junto con todo el pueblo. Josué no dirigió al pueblo de la comodidad de una oficina, por decir, o con todas las comodidades de una realeza. Josué tenía que ocuparse de su persona y de todos los demás, y sí, cargar y usar la espada cuando Dios mismo lo mandaba. Josué vivió una vida muy difícil.
Entonces, ¿Qué podemos ver a través de todo esto? Que Dios no necesariamente espera la perfección de nosotros mientras estemos aquí en este mundo temporal. Y que podemos lograr no solamente grandes conquistas, sino aún más importante, hallaremos entrada en Su reino y podremos estar confiados ante Su presencia el día cuando Dios vea el recuento de nuestras vidas, sí hicimos lo que nos correspondía (porque la verdadera fe te lleva a hacer la voluntad de Dios). Lo que Josué hizo no fue un accidente, no fue porque sí, y nada más. Había una intención dentro de Josué mismo, un pensamiento, que también debe haber dentro de todo aquel que profesa creer en Dios, que un día tendremos que dar cuentas, aún los que seguimos al Señor. Nadie está exento del juicio venidero. Porque el mismo Apóstol Pablo escribió esto: Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres… 2 Corintios 5:9-11a. A Josué sencillamente le importaba lo que Dios pensaba de él, y entendía que Dios estaba mirando todo lo que hacía. Ese es el todo de la vida de Josué, a pesar de sus imperfecciones y debilidades como hombre, lo que resaltó y se escribió en las Sagradas Escrituras fueron los resultados de su fe, porque la fe debe tener hechos. Esto mismo dice la Palabra del padre de la fe, de Abraham, como está escrito: ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago 2:20-24. Abraham y Josué, y todo aquel que está ya en el reino de Dios encontró gracia ante Dios por su fe, y por las obras que tuvo su fe. Porque si tanto Abraham como Josué hubieran quedado con la fe y nada más, y no hubieran hecho nada al respecto, no hubieran hallado entrada en el reino de Dios, como así lo enseña la Biblia.
Algunos puede que digan, ¿Y qué del ladrón de la derecha? Su fe tuvo obra, aunque no lo crean. Si usamos solo un poco de sentido común, veremos la obra que tuvo su fe. ¿El ladrón murió instantes después de su confesión? No. El estuvo horas colgado en esa cruz, sufriendo, y viendo el escarnio y la burla después de su confesión, y claro, viendo al propio Dios que él había confesado, colgado junto con él. ¿No creen que su fe no pudiera haber sido sacudida de la manera más dura al verse en esa situación por horas? El ladrón arrepentido sí tuvo obras como resultado de su fe, y obró más que lo que muchos hacen toda su vida, y Dios mismo se aseguró que su obra quedara escrita para memoria de él, porque el Señor honra a los que le honran.
Volviendo a Josué, ¿Cuál fue la resolución de su vida? Como lo presentan sus mismos hechos: Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Josué 24:14-15. Este era el sentir de Josué: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Deuteronomio 6:4-7. Israel no solo sirvió al Señor todos los días de Josué, sino también todos los días de aquellas personas que estuvieron alrededor de Josué, y eso no fue un accidente, sino todo lo contrario, un propósito muy intencional. Si te preocupas de amar al Señor sobre todas las cosas, y buscas hacer Su voluntad como fruto de tu fe, el sumario de tu vida ante Dios será bueno, y tu fe en Cristo te rendirá lo más importante: gracia ante Dios y amplia entrada en Su reino. Pero, si tu enfoque no es el Señor sino otras cosas, no importa la fe que profeses tener, fallarás tu y serás de mala influencia para lo que te rodea. La decisión es tuya. Así que, ¿Qué dirá Dios de ti cuando llegue el momento de tu juicio? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!