Basado en Ester 2:1-20 (Versión Reina Valera 1960)
Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella. Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer; y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos; y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así. Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres. Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban. Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres, entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. Ella venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre. Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti. Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real. Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey. Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.
Podemos ver muy claramente que cuando se obedece a los principios divinos, puede haber gran bendición. Dios puede hacer cosas grandes y maravillosas cuando sencillamente hacemos como El manda, aún dentro de circunstancias muy adversas. Como trasfondo, esta es una historia verídica. Hubo un Rey Asuero o como se le conoce también, como el rey persa Jerjes I, quien reinó sobre el Imperio Aqueménida durante 486 a 465 AC, y fue el imperio más grande y poderoso en la tierra en ese momento, con territorios en 3 continentes, y con gran sofisticación. Y el pueblo de Israel y de Judá estuvo sujeto a este imperio como producto de las conquistas del Rey Nabucodonosor, del reino Babilonio que precedió al Imperio Aqueménida. Por lo tanto, los judíos eran personas con ciertas libertades, pero no como los ciudadanos legítimos del reino. Esto es importante de entender, porque Dios hizo grandes cosas con y a través de personas que no tenían gran estatus, sino todo lo contrario.
¿Qué principios divinos vemos aquí? El primero y el principal es hacerle el bien a quien lo necesita, en este caso, a Hadasa, o como se le llamaba más comúnmente en el libro: a Ester, quien fue huérfana, a la cual Mardoqueo adoptó siendo niña y la crio como su hija, cuidándola, como también enseñándole cosas de valor, lo cual Dios mismo uso para hallar gracia no solamente por su belleza, sino por su actitud y conducta. ¿Qué otro principio vemos? Que Ester honró a Mardoqueo como la madre y el padre que fue para ella (porque Mardoqueo cumplio ambos roles), y Dios manda específicamente a honrar a nuestros padres, sean biológicos, o en este caso que no hubo biológicos, honró al adoptivo. Y la reina Ester no se olvidó de este mandamiento, aún cuando fue reina, sino que obedeció a Mardoqueo en todo, lo cual Dios mismo uso para ayudar a toda su pueblo más tarde en la historia. Y esto dice la Palabra sobre la obediencia a Dios: Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación… 1 Samuel 15:22-23a. Y esto también se cumplió en Ester: Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. Proverbios 31:30. Ester llego finalmente a ser reina del imperio más poderoso porque temió a Jehová, y le obedeció, y no por hermosa.
¿Qué es lo principal que debemos obedecer? Esto leemos: Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:35-40. Este es el todo del hombre para llegar a obtener la vida eterna a través del Señor Jesucristo, porque la salvación no solo se obtiene por una fe que se proclama y nada más, sino por una fe que tiene obras que reflejan el amor a Dios y al prójimo. Si no se ama a Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo, es una fe vana, sin valor delante de los ojos de Dios. Como está escrito: Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan 4:20-21. Así que, cuando estes delante de Dios en el juicio final, ¿Verá Dios en tus obras que le amaste a El y a tu prójimo como producto de tu amor por el Señor? ¡Qué el Señor les bendiga! John ¡Dios bendiga a Israel!