Basado en Romanos 1:8-15 (Versión Reina Valera 1960)

Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.

Michael Jordan dijo una vez: En cualquier inversión, uno espera entretenerse y hacer dinero. No solo es Michael Jordan uno de los jugadores más grandes que el deporte ha visto, pero también es un hombre astuto de negocios. Su talento atlético natural le dió la habilidad de ganar mucho dinero como atleta, pero sus decisiones como negociante es lo que lo ha convertido en uno de los atletas super estrellas más ricos; al momento con un valor aproximado de $1,2 billones. Nada mal para un joven de media clase que nació en Brooklyn y criado en Carolina del Norte, ¿verdad? Creo que es justo decir que él sabe algo de negocios, a pesar de otros desafíos que haya tenido.

Creo que se puede decir con seguridad que todos desean ver algún tipo de producto de lo que invierten (y a lo mejor divertirse un poco en el camino). Yo no creo que a nadie le gusta perder. Si una pareja compra una casa, creo que desearían que el valor de la propiedad suba con el tiempo. Igual que la persona que decide invertir en acciones. Hay personas que hacen distintas inversiones, no solo en dinero. Las personas invierten tiempo y energía en las relaciones, como el matrimonio. Los padres invierten en sus hijos, por muchos años, y bastante dinero también (especialmente si hay una carrera universitaria). Las buenas compañías invierten en sus empleados, especialmente en aquellos empleados que ellos quisieran que se queden por un buen tiempo. Los equipos deportivos profesionales invierten en jugadores, a veces con increíbles sumas de dinero, con la idea de que esos atletas hagan el equipo crecer, rendir, y por supuesto, ganar campeonatos. Cada inversionista, no importando quienes son y en lo que invierten, aun en relaciones personales amorosas, esperan recibir algo bueno de ello. ¿Te gusta perder a ti?

Lo crean o no, Dios también tiene expectativas. Aunque Él nos haya dado tanto por amor, incluyendo la vida de Su unigénito Hijo, a Jesús, para que podamos ser salvos, Él si desea ver algo a cambio; no por obligación, pero, no obstante, algo bueno. El Señor nos dio el siguiente ejemplo: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30.

Y aquí es donde entra el pasaje de hoy. Pablo comienza el pasaje con sentimientos muy fuertes de admiración y gozo hacia aquellos que le escribe. Y por esos sentimientos fuertes, un gran amor se ha desarrollado por ellos. Estas personas le producen gozo. Y no solo eso, si no que él también quisiera invertir en ellos, para que puedan crecer más, teniendo más fruto. El fruto es imperativo en la vida de cada creyente. La gracia de Dios a través de Jesucristo es gratuita, pero Él desea que se produzca fruto de cada uno de nuestras vidas. Porque escrito esta: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:1-2. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Juan 15:8. Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Romanos 7:4.

El no poder producir fruto es un gran problema. Jesús nos dió este ejemplo: Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. Mateo 21:18-19. Así que, algo bueno debe producirse en nuestras vidas, y debiera ser para Él.

¿Qué es este fruto que Él espera? La Biblia nos enseña esto: Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23. Dios finalmente desea verse a sí mismo en alguna manera en nosotros, lo cual es el milagro que ocurre cuando somos regenerados a través de la obra del Espíritu Santo; transformados para poder tener las características de Dios para que seamos luz en este mundo oscuro y perdido. Para nuestro propio bien, debiéramos inspeccionarnos con la Palabra de Dios, para poder entender lo que en realidad está pasando en nuestras vidas. Así que, ¿se está produciendo el fruto de Dios en tu vida? ¡Qué el Señor les bendiga! John

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