Basado en Romanos 2:1-16 (Versión Reina Valera 1960)

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Escuche esto una vez en una película hace algunos años que me quedo bien grabado (obviamente): El porqué es la única fuente del poder real; sin aquello no tienes poder. Hay muchas cosas que las personas hacen por costumbre. Hay personas que reaccionan solamente. Otros piensan, pero hasta cierto punto las cosas. Y hay un selecto grupo que hacen las cosas con intenciones bien premeditadas, para bien o para mal. No obstante, lo que le importa más a Dios es el “porqué”, o la razón por lo cual se hacen, o no se hacen las cosas. Aún más, Dios lo basa todo en el porqué, o la intención.

Una de las cosas más comúnmente aplicadas hoy en día para entender el porqué o la intención de las personas es la psicología. La psicología, como campo de estudio de la conciencia personal comenzó en 1879, cuando Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio dedicado exclusivamente para el estudio psicológico en Leipzig, Alemania. Wundt fue el primero en referirse a sí mismo como psicólogo. Esta llamada ciencia es relativamente muy nueva, pero no obstante, muchos, hasta profesantes cristianos, llamados eruditos de la Escritura, y teólogos no solo han estudiado el tema, sino que lo han enlazado íntimamente con las cosas de Dios. Habiendo yo estudiado este tema personalmente por obligación como parte de temáticas básicas en la Universidad, pude entender ciertos aspectos que no concuerdan con los principios Bíblicos. Y esto primordialmente envuelve el libre albedrio y la responsabilidad con nuestras acciones.

Sí, es verdad que nuestro ambiente influye en nuestras decisiones, en conjunto con nuestras experiencias, pero no es el todo de la definición del porqué una persona hace, o no hace algo; lo que define el “porqué” o la “intención” en una persona. Hay un grave problema Bíblico con algo que le quita la responsabilidad a alguien por lo que hace. En la mayoría de las veces, es muy conveniente echarle la culpa a alguien más o algo más. Para comenzar, se hace para no sentir ningún tipo de remordimiento o culpa. Se pueden sacar un sinfín de excusas. En la caída del hombre en el Edén vemos el primer ejemplo: Adán le echó la culpa a Eva, Eva le echo la culpa a la serpiente; y bueno, la serpiente no le quedaba a nadie más para echarle la culpa. Si es posible que hallan problemas mentales, pero en la gran mayoría de los casos, la mayoría de las personas ejercen su derecho de libre albedrio para hacer o no hacer algo, aún las atrocidades que se les atribuyen a “problemas mentales”. El ser humano de hoy en día tiene que asumir más la realidad de la responsabilidad, y no debiera echarle tanto la culpa ni a Satanás, ni a los demás, etc.       

Ahora, ¿qué tiene que ver esto con el pasaje de hoy? Pablo enseña acerca del juicio con relación a lo que el Señor dijo: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mateo 7:1-5. Es importante ver si hay hipocresía, y si hay juicio con condenación; pero aún más allá de lo que está haciendo ¿cuál es la razón por lo que lo hace o no lo hace? Por ejemplo, hay personas que dicen que no les gusta juzgar a nadie, no porque necesariamente son buenas personas, o personas con un nivel de perdón muy alto, sino más bien, hipócritamente lo hacen para que no salga a la luz sus propias maldades. En la mayoría de los casos, siempre hay un porqué muy distinto al mismo hecho. Esto dice el Señor con referencia al engaño: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías 17:9-10.

Una de las cosas principales que cada persona debiera hacer es estudiarse a sí mismo, estudiar la razón por lo cual hace las cosas (el porqué). El Señor advierte de esta manera: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:21-23. También dice esto la Palabra: Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3. Aunque una persona haga cosas increíbles, no siempre son por las razones correctas, o sea, no hacen el bien que le interesa a Dios; cuando se une la buena intención con la buena acción. Y la única manera que las dos pueden concordar es cuando se ama a Dios realmente (primero), y se ama al prójimo (segundo). De otra manera, una real buena intención no puede existir, y el porqué solo es un mal encubierto por un aparente bien. Haga lo que haga una persona, lo que más importa es la intención del corazón, si esa intención está enfocada en Dios. Entonces, ¿la obra de tu corazón es buena o mala? Si es mala y la deseas cambiar, puedes escoger cambiarla en Cristo. ¡Qué el Señor les bendiga! John

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