Basado en 2 Corintios 5:1-11 (Versión Reina Valera 1960)
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.
Hay muchos que se han preguntado durante las edades, ¿Cuál es el propósito de esta vida? Y claro, ya que es más fácil percibir lo visible, el aquí y el ahora, entonces para muchos, el enfoque de la vida se torna hacia lo terrestre, hacia el mundo temporal. Por eso que en general, la mayoría de las personas, e inclusive, muchos creyentes, están solamente enfocados en el mundo presente, y de tal manera que hasta inventan muchas doctrinas y enseñanzas que aplican solamente al presente. Y es entendible porque somos prácticamente prisioneros de nuestros sentidos y del pecado que mora dentro de nosotros mismos. Pero, si entendemos realmente nuestra creación, la manera que Dios nos hizo, debiéramos poder entender que fuimos creados para cosas mucho más significativas e infinitas. Dios no nos creó para solo vivir por este mundo temporal (bendito sea Dios que sí hay algo más).
Esto es algo que hay que entender, especialmente si deseamos vivir el propósito total de nuestra existencia. Este mundo es solo una antesala, un lugar de decisión, y también un lugar para poder prepararnos para lo venidero, para cosas aún mucho más importantes y eternas. La Biblia se refiere a este lugar como el valle de la decisión, lo cual leemos en el libro del profeta Joel, donde dice: Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. Joel 3:14. Y este asunto de la decisión lo vemos desde el principio cuando el propio Dios le habla a Su pueblo, como también está escrito: Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. Deuteronomio 30:11-20. Todo aquí implica una decisión, un escoger. Y hay que recordar, que aquí no necesariamente está hablando Dios de una tierra prometida terrenal, sino algo más allá, la cual verdaderamente procuró Abraham, el padre de la fe, el cual es padre de los que han decido tener su misma fe.
Entonces, ¿Cuál es nuestro real propósito? Dios nos hizo para que primero que nada escojamos por El, siendo convencidos por nuestra facultad de la razón que El mismo nos ha dado. La razón es lo único que tenemos, en conjunto con nuestra alma (porque las dos son parte del uno y del otro), son los que deben traspasar el pecado que mora en nosotros. Y nuestros sentidos deben sujetarse a la razón para que puedan enfocarse en Dios y en Sus obras, y no a los malos o temporales deseos de la carne. Este es el propósito principal. Pero también, como todas las cosas, hay una parte práctica, por decir, por lo cual debemos escoger seguir al Señor. Todo lo que existe apunta a que Dios es nuestra única salvación. No hay nada más. Todo lo demás es temporal, superficial, o con un fundamento pobre. En Dios están todas las respuestas y la razón de nuestra existencia, y como Su creación, estamos llamados a cumplir nuestra función, nuestro propósito eterno.
En rendidas cuentas, el propósito de nuestro existir es llegar al Señor y entender que El es todo, y que lleguemos a cumplir nuestro propósito eterno, y parte de ese propósito eterno es ayudar a otros llegar a la misma salvación. Y por eso que no podemos ni guiarnos, ni aún menos aferrarnos a lo de aquí y ahora, a lo visible, a lo terrenal. Porque si nos aferramos y nos enfocamos en esas cosas solamente, perderemos de vista el propósito, el porqué, la razón por nuestra existencia. Hay algo mucho más grande y eterno más allá, y este lugar solo sirve para poder llegar a entender que existe tal cosa y que la busquemos como aquellos grandes hombres y mujeres que nos precedieron. Esto es lo que dice la Palabra al respecto: Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. 1 Corintios 2:9. Todo lo que ahora existe y sucede es para poder llevarnos al punto de decisión y para poder prepararnos para lo que viene. Pero, no hay otra manera de alcanzarlo si este sentir no está en nosotros: Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Marcos 8:33-35. Si pones la mira en las cosas terrenales, en las cosas de los hombres, te vas a perder irremediablemente. Pero, si pones la mira en Cristo, y te niegas a ti mismo, y le sigues fielmente, a pesar de las circunstancias, entonces no solamente llegaras a la vida eterna, sino que también, lograrás llegar a esas cosas que solo Dios sabe que hay y que tiene reservadas para aquellos que le aman de verdad.
Así que, ¿estás cumpliendo el verdadero propósito de Dios para tu vida, la razón por lo cual El te hizo? ¡Qué el Señor les bendiga! John