Basado en Juan 15:16 (Versión Reina Valera 1960)
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
El pasaje de hoy tiende a causar confusión entre aquellos que no conocen el contexto de las Escrituras. Por mucho tiempo, ha existido el asunto de que: ¿Somos elegidos por Dios, o escogemos nosotros seguirle a El? Y para poder entender esto, se necesita tener cuidado con las Escrituras y también entender muy bien nuestra posición (porque esto es en parte lo que produce el desvió). El mayor cuidado que hay que tener con las Escrituras es que no se pueden tomar algunos versículos por allí y por allá, y crear algo que va en contra de todo lo demás que esta escrito (para comenzar).
La primera aclaración es que la Santa Biblia, desde el Genesis hasta el Apocalipsis, no tiene ningún tipo de contradicción, y él que lo crea que hay es porque algo le falta, o sencillamente, no esta entendiendo lo que esta leyendo. La razón por lo cual la Palabra de Dios es inerrante es porque es más que palabras impresas sobre algunas páginas, es la esencia de Dios; es finalmente Dios, el Verbo. Entonces, básicamente, encontrar contradicciones en la Palabra es como encontrar contradicciones en Dios (y sé que muchos creen esto, pero, o es por limitaciones, o sencillamente, por incredulidad, y a eso no hay nada que se le pueda hacer). Entonces, para que algo pueda ser tomado como una sana enseñanza de la Palabra, tiene que concordar con absolutamente todo lo que esta escrito (por eso que hay que tener mucho cuidado con adiciones, cambios, etc. con la Palabra de Dios). En conjunto con esta aclaración, esto es lo que nos demuestra la importancia de estudiar la Biblia. La Biblia se tiene que estudiar, y por supuesto, con la iluminación que solo el Espíritu Santo puede dar (esto sucede cuando uno se convierte al Señor). Hay muchos que espiritualizan las cosas (por decir), y piensan que uno va a saber las cosas de Dios instantáneamente, y eso no es así. El conocimiento instantáneo solamente sucederá cuando lleguemos a la presencia de Dios; no antes. Mientras estas aquí, es tu responsabilidad (una palabra que se está extinguiendo de nuestro vocabulario) escudriñar las Escrituras, y dejarte enseñar por el Espíritu Santo mientras lo haces.
Ahora bien, ¿cuál es el malentendido? Nosotros los gentiles no somos más que los judíos, para comenzar, y especialmente delante de los ojos de Dios. Si existen seres escogidos, serian ellos. Y aún siendo el pueblo escogido por Dios, ellos siempre tuvieron el poder de escoger no seguir a Dios, de no seguir algo que ya estaba establecido. Porque escrito esta: Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. Deuteronomio 30:11-20. La Biblia sigue explicando lo siguiente: Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron [hablando de los judíos], pero la bondad para contigo [hablando de los gentiles, nosotros], si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? Romanos 11:22-24. Así que, ninguno de nosotros que estamos leyendo esto hoy somos escogidos (por decir).
¿A quién entonces le estaba hablando el Señor? Fácil, a los Apóstoles. El otro grave problema es que se interpretan con descuido las Escrituras, y se pierde de vista aún lo obvio. Hubieron momentos que el Señor converso con Sus apóstoles directamente. Lo vemos esto cuando oro el Señor por Sus discípulos, “y” también por nosotros, como esta escrito: Mas no ruego solamente por éstos [Sus discípulos], sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos [nosotros], para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Juan 17:20-21. El Señor literalmente eligió a Sus doce discípulos, así que, ellos fueron elegidos. Pero, eso también no quiere decir que ellos no tenian el poder de seguir al Señor, o de no seguir al Señor (¿recuerdan a Iscariote?). Y si hubo un ser elegido, fue Juan el Bautista. Esto es lo que dice la Palabra: Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Mateo 11:2-11. Y aún Juan el Bautista se pudiera haber descarrilado al final, por la falta de fe, o si no, ¿para qué mandar a preguntar si era El, si le había declarado como el Cristo personalmente?
Dios llama a todos a venir a El, pero es uno que decide seguirle. También es nuestra decisión si permanecemos en El. ¡Todo es nuestra decisión! Dios no fuerza a nadie, porque el amor nunca se fuerza. Así que, ¿haz obedecido a Su llamado para seguirle? ¡Qué el Señor les bendiga! John